¡Comiquísimo este título! y realmente no hay otro que
le quede mejor que este.
Como todas las cosas de
Dios, resulta que el Espíritu suscita el encuentro entre hermanos y en esta ocasión,
lo hizo tal cual: nos juntó.
Resulta...(y no es un
chiste que voy a contar), que estábamos en nuestro apostolado de nuestras
visitas a los enfermos en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas. Un
hermoso domingo del mes de julio cuando sucedió que en una de las habitaciones
que visitamos nos esperó la hermanita "Luciana", hermosa mujer de
Dios, con unos ojos llenos de luz y vida.
Como siempre, en las
cosas del Señor, sucede que uno va a servir y sale uno evangelizado y
fortalecido en la fe, ¿Cómo lo hace el Señor?...ni
idea!, pero EL es así: generoso, fiel.
Pues nuestra querida Luciana, a
quien le encanta la
flor de la Carolina, igual que a mí, tanto le gusta que le puso a una de sus
hijas ese nombre. Ella es una mujer de
gran fe, quien nos contó lo agradecida que está de Dios en su vida y nos dijo
que en todo momento ella siempre ha dado gracias a Dios. Nos contó como el Señor, estando ella en cama, paralítica, ya dada de alta por los médicos y desahuciada, en un sueño
le hablan los ángeles y le indican lo que debe hacer para recuperar su salud
(como una terapia). Ella empieza a hacerlo cada día y para Gloria de Dios, después
de un año, haciendo con fe su tarea fue mejorando cada vez más, entre miel,
agua y danzando (como podía) para el Señor.
Nos llenó de su alegría porque ella contaba que cuando le venía un pensamiento
triste o de desaliento o alguna pena, ella decía si este sentimiento no viene
de Dios y es un demonio, lo lamento pero tu serás un “demonio guayao’ ” porque
yo confío en el Señor y pase lo que pase siempre le doy gracias por todo.
Esta mujer, después de desahuciada por la ciencia se
le aparece a su médico, quien pensaba que ya para entonces había muerto y El, incrédulo
al verla, le pregunta cómo era posible
que ella estuviese viva.
Una vez más comprobamos que los médicos no tienen la última
palabra, la ciencia no es dueña de la vida sino Dios. Verdaderamente el Señor
se glorificó en esta hermanita nuestra y su testimonio nos fortalece. Más
adelante supimos que es una hermanita “De Colores “que hizo el cursillo
doscientos y tanto, en ese momento le invitamos para que todos sus hijos que están
ya grandes, así como ella, vayan a recibir este gran regalo.
El campo de la acción apostólica es arduo y extenso.
Se necesitan hermanos que quieran colaborar. Ver la alegría en el rostro de
hermanitas como Francis y Daviela, gente joven, entregada a la causa de Cristo;
verlas dejar sus comodidades, su TV, su camita temprano el domingo, entre otras tantas cosas, me hace
sentir que la iglesia está viva: Sí hay gente que quiere saciar aquel grito de
Cristo en la Cruz “Tengo Sed”. Sí hay gente dispuesta a sacrificarse y dar
un poco de su tiempo para los demás.
La entrega de estas
hermanas (y muchos más hermanos que conozco como Carla, Maria Isabel, Xiomara,
Joseline, Carmen Delia, Carlota, Roque, Lourdes, Ezequiela, Vanesa, Jhovany, Leidy, Keila, Luisa, Gisela...) y muuucchhooosss
mas, Me hace pensar en muchos ejemplos de vidas santas, pero en este momento voy
a traer un ejemplo de Madre Teresa de Calcuta, ella dice: “No nací en 1910, como dicen mis documentos.
Nací el 10 de septiembre de 1946 en una calle de Calcuta, a los 36 años, cuando
tropecé con el cuerpo de una mujer moribunda. Ratas y hormigas se paseaban por
sus llagas. La levanté, caminé hasta un hospital cercano y pedí una cama para
ella. La mujer murió en esa cama: la primera, la única y la última cama que
tuvo en su vida”.
Este encuentro casual cambió la vida de la Madre
Teresa, porque en esa mujer vio a Cristo agonizante sobre la dura acera de
aquella calle desconocida. A partir de ese momento, fue encontrando a miles y
millones de Cristos sufrientes, a quienes ha ido prodigando su amor y su
ternura a lo largo de sus 50 años de servicio a los pobres.
No tenemos
que irnos muy lejos para ayudar a saciar la sed de Cristo. Estamos a unos pasos
de Él. A veces lo tenemos en nuestras propias casas.
Cuando llegue
la comodidad, la pereza, el
individualismo, digámosle como Luciana le decía a ese mal espíritu… “usted es un demonio guayao” porque yo
voy a trabajar para el Rey y Él se glorificará en mi pequeñez. Amén
Dios les
bendiga.
CRISTO CUENTA CONTIGO: Para todos los que quieran trabajar visitando a los
enfermos, animo, Cristo cuenta con ustedes. Les esperamos, lo único que deben
llevar es un corazón dispuesto a aprender y dar. No necesitas estudios, ni ser
ministro. Si tienes ese llamado en tu corazón, VEN .
Trabajamos en el Hospital
de las Fuerzas Armadas, somos “Discípulos de Jesús”, grupo de la pastoral de la salud de la parroquia San Judas Tadeo, los segundos y cuartos
domingos de cada mes, de 8:15 a.m. hasta las 10:45 a.m. No importa que seas de otra parroquia.
"El espíritu del samaritano debe impulsar el quehacer de la Iglesia; como madre amorosa debe acercarse a los enfermos, a los débiles, a los heridos, a todos los que se encuentran tirados en el camino para acogerlos, cuidarlos, curarlos, infundirles fortaleza y esperanza."