martes, 31 de enero de 2017

¿Martires? : No hay "patrocinio" ni cobertura para esos

La sangre de los mártires es semilla de cristianos

“Una Iglesia sin mártires, me atrevo a decir, es una iglesia sin Jesús”, afirma concluyendo el Papa que nos invita a rezar “por nuestros mártires que sufren muchísimo”. “Recemos por las iglesias que nos son libres de expresarse: ellos son nuestra esperanza”. Papa Francisco

 Algunos piensan que ser mártir es cosa del pasado, piensan que es una tarea relegada a san Esteban, a los discípulos de Cristo o a los miles que murieron perseguidos por Nerón. Hoy día, la tarea nuestra también es morir, morir a nuestro pecado; el martirio solo es posible cuando se hace con la vista puesta en Cristo y con un propósito mayor a nuestros deseos: para mayor gloria de Dios...solo así rinde frutos; sin embargo, el martirio heroico, de sangre, no es cosa de la antigüedad sino que es más actual que nunca. Miles mueren tan solo por decirse cristianos...y eso no se ve en los medios, no sale en los titulares, no es "interés" del mundo...pero están allí. El hecho de que no le interese al mundo no significa que no ocurra. Están allí. Gente entregada, gente normal, gente que quiere vivir según los designios de Dios. Gente que es violentada, a quienes les quitan su libertad, sus familias, sus templos. Esa causa no tiene "patrocinio" de ninguna marca ni empresa porque no le deja "dinero" a nadie, sin embargo, rinde frutos de santidad a manos llenas. Los mártires, han sido y serán siempre testigos del amor. Testigos de la gracia de Dios. Testigos y granos que mueren y al morir esparcen su semilla a muchos que seguimos en este camino… "para mí el morir es ganancia”, diría san Pablo. Dios nos regale la gracia de morir cada día a nuestras faltas, que podamos morir a nosotros para ser más Cristo para los demás, para mi esposo, para mi madre, para mi padre, para quienes están en el trabajo conmigo, para el que me atiende en el banco o el delivery del colmado que va a mi casa. Dios nos de la gracia de comprender que muriendo es que podemos dar vida. Amén




Pintura: La última oración de los mártires cristianos, Jean-Léon Gérôme (1883).
 
 
Existe una compilación que narra los últimos momentos de estos hombres y mujeres: “Acta de los Martires”, una sola leída a alguno de esos momentos, créanme, conmueve al más fuerte, transforma y mueve el corazón. Aquí te dejo el link.

Tambien te comparto un escrito del Papa Francisco:
 
Papa Francisco: ¿Qué pasa que hoy hay más mártires que nunca, y no salen en la TV?
Homilía hoy en Casa Santa Marta

jueves, 26 de enero de 2017

"Dios, Patria y Libertad!"... "¿Dios, Patria y Libertad?"

Hoy recordamos a Juan Pablo Duarte. ¡Que letra la de su himno!, ¡que hombre tan inspirado por Dios!. El estaba clarito de las cosas: "Dios, Patria y Libertad", en ese mismo orden de importancia y claridad nos logró la independencia.

Escuchando su himno me pregunto... ¿en cuál fragua estamos formando hoy a nuestros ciudadanos?, ¿en la escuela?...pero ¿en cuál escuela?, ¿dónde está la cátedra de moral y civismo que indica el himno, cuando hoy se discuten temas tan elementales como querer permitir el asesinato de bebes en el vientre de las madres dominicanas?. Dios inspire a nuestros legisladores para que se mantengan fieles a la vida, fieles a su compromiso de legislar para todos, incluyendo esos dominicanos que se gestan en la cuna que debería ser la más segura: el regazo de su madre. ¡Viva la Republica Dominicana!

 Himno a Juan Pablo Duarte

En la fragua de la escuela
nuestra patria fue forjada,
y al calor de tu enseñanza
le infundió vida sagrada.
La gloriosa trinitaria
que fundara tu heroísmo
fue la cátedra primera
de moral y de civismo.
Fuerza era que un maestro
preparara la conciencia
donde habría de nacer
la soñada independencia.
Y es así como cantando
tus virtudes haya el estro,
junto al padre de la patria
la figura del maestro.
En la escuela se te honra
por tus hechos sacrosantos
en las letras y las notas
encendidas de sus cantos.
Y al honrarte recordamos
tu patriótico heroísmo,
es al prócer y al maestro
que los dos son uno mismo.
La Bandera dice Patria
y al decirlo se revela
que es el alma de la patria
señalándonos la escuela.
 
 

martes, 17 de enero de 2017

Ponerme las Sandalias de Cristo


...¿Me tocó un hermano de comunidad medio difícil?. No importa, ese… ¡me lo gano para Cristo!, no por mis méritos sino por la santa gracia de Dios. Ayúdame Maestro a verle como Tú le ves, a devolver siempre el bien, orando y dándote gracias. -“¡Eso no es fácil!”, me vas a decir…. Bien…nunca nos dijeron que lo fuera. Bájate de ese “pedestal de la razón” y pide la gracia para que puedas empezar a amar. Es su gracia, no la tuya…..¡ah! y por si queda alguna duda…SI SE PUEDE, sino pregúntenle a San Pedro, a San Mateo, a Santiago y Juan, Esteban,…se lo pongo más actual (no me vayan a decir que eso es algo de “la antigüedad”)…a Madre Teresa, a Teresita de Lisieux (que no tuvo todo color de rosas – como a veces pensamos), a Juan XXIII, a Santa Faustina Kowalska, a Madre Angélica, a Padre Pio, a Edith Stein y tantísimos otros…

Si Dios te puso en esa comunidad es para dar, no para recibir; pues solo se recibe, dando; Solo se aprende, haciendo; solo se da testimonio, viviendo. Por eso dijo Santiago: “Muéstrame tu fe sin obras que yo por mis obras te mostrare mi fe”. “Obras son amores y no buenas razones”, dice el refrán. La fe que solo está escrita en libros, repetida y no vivida, lamentablemente no florece, se muere. Estamos llamados a dar fruto y ese fruto no es solo “el que me gusta y cuando me gusta… y con quien me gusta”. ¿No te parece un cristianismo muy cómodo?, ¿Eso fue lo que nos enseñó el Maestro?, ¿o nos mostró el cristianismo en la entrega, en el heroísmo, en el mazo esperanzador de la cruz que es muerte a mi “yo” y Gloria del Padre amado?.

Hay que ponerse las sandalias de Cristo cada vez que salimos a la calle, es más, no solo cuando salimos a la calle…hay que tenerlas puestas siempre, sobre todo en casa, porque solo con sus sandalias puestas podemos vivir en un constante conversatorio con Cristo. ¿Qué harías Señor ahora?, ¿Cómo enfrento este asunto que no me da paz? ¿Qué le pasa a este hermano, hermana que anda hiriendo a los demás y lastimándose a sí mismo? ¿Porque se aísla y se queda solo con sus razones? ¿Cómo puedo ayudar a acercarlo a ti? ¿Qué harías tu maestro, como puedo mostrarle tu bondad?. Tú conoces su vida, Tú conoces sus miserias, sus carencias, sus heridas y conoces también mis limitaciones; mira que me cuesta mucho quererle y más aún “hacerle algún bien”. Sé que si logro conectarlo contigo, Tú que eres el bien supremo, la verdad y la luz, puedes sanarle. Tú si puedes iluminar su vida, sus carencias… sanar sus heridas; ayúdame a ser bálsamo para su vida. A tener paciencia con mi hermano, al menos un poco de la mucha que tienes conmigo. Ayúdame a amarle para no ser mentirosa, pues como dice San Juan, no puedo decir que te amo a ti y no amar a mis hermanos.

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?» 1 Juan 4:20.



-“¡Ese hermano está haciéndolo mal, está muy equivocado!”, también me vas a decir…. Bien, así como misericordia es dar de comer al hambriento, de beber al sediento y vestir al desnudo, misericordia es también corregir al que se equivoca. Por “misericordia mal entendida” se perderán muchas almas. La misericordia no es “blandengue”, no me canso de decirlo, la misericordia es firme en el amor pues si fuera de otra manera el mismo Dios nos dejara en nuestro rumbo equivocado una vez que nos encontramos con El, pero no es así. Siempre rectifica nuestro camino con amor y firmeza. “Vete y no peques más”



Pidamos la gracia de ponernos siempre las sandalias de Cristo para que con su ayuda podamos ser pacientes con nuestros hermanos, pacientes también con nosotros mismos. Para que podamos realmente ayudarles en su camino al cielo y que su Gracia nos ayude en nuestro peregrinar, puesto que pecamos no solo de palabras y obras sino también por dejar de hacer un bien. Que el santo Espiritu grabe con fuego en nuestro Corazón que debemos hacer el bien siempre, que tenemos que vivir en santidad: ¡Santos o nada!


Dios les bendiga

lunes, 16 de enero de 2017

La búsqueda de Dios - Carta de San Alberto Hurtado en el 1952, parece que la escribio HOY

La búsqueda de Dios
Meditación que el Padre Hurtado pidió que se publicara después de su muerte

Época trágica la nuestra. Esta generación ha conocido dos horribles guerras mundiales y está a las puertas de un conflicto aún más trágico, un conflicto tan cruel que hasta los más interesados en provocarlo se detienen espantados, ante el pensamiento de las ruinas que acarreará. La literatura que expresa nuestro siglo es una literatura apocalíptica, testimonio de un mundo atormentado hasta la locura.

¡Cuántos, en nuestro siglo, si no locos, se sienten inquietos, desconcertados, tristes, profundamente solos en el vasto mundo superpoblado, pero sin que la naturaleza ni los hombres hablen de nada a su espíritu, ni les den un mensaje de consuelo! ¿Por qué? Porque Dios está ausente de nuestro siglo. Muchas definiciones se pueden dar de nuestra época: edad del maquinismo, del relativismo, del confort. Mejor se diría una sociedad de la que Dios está ausente.

Los grandes ídolos de nuestro tiempo son el dinero, la salud, el placer, la comodidad: lo que sirve al hombre. Y si pensamos en Dios, siempre hacemos de Él un medio al servicio del hombre: le pedimos cuentas, juzgamos sus actos, y nos quejamos cuando no satisface nuestros caprichos. Dios en sí mismo parece no interesarnos. La contemplación está olvidada, la adoración y alabanza es poco comprendida. El criterio de la eficacia, el rendimiento, la utilidad, funda los juicios de valor. No se comprende el acto gratuito, desinteresado, del que nada hay que esperar económicamente.

Hasta los cristianos, a fuerza de respirar esta atmósfera, estamos impregnados de materialismo, de materialismo práctico. Confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida de cada día está lejos de Él.
Nos absorben las mil ocupaciones. Nuestra vida de cada día es pagana. En ella no hay oración, ni estudio del dogma, ni tiempo para practicar la caridad o para defender la justicia. La vida de muchos de nosotros ¿no es, acaso, un absoluto vacío? ¿No leemos los mismos libros, asistimos a los mismos espectáculos, emitimos los mismos juicios sobre la vida y sobre los acontecimientos, sobre el divorcio, limitación de nacimientos, anulación de matrimonios, los mismos juicios que los ateos? Todo lo que es propio del cristiano: conciencia, fe religiosa, espíritu de sacrificio, apostolado, es ignorado y aun denigrado: nos parece superfluo. La mayoría lleva una vida puramente material, de la cual la muerte es el término final. ¡Cuántos bautizados lloran delante de una tumba como los que no tienen esperanza!



La inmensa amargura del alma contemporánea, su pesimismo, su soledad... las neurosis y hasta la locura, tan frecuentes en nuestro siglo, ¿no son el fruto de un mundo que ha perdido a Dios? Ya bien lo decía San Agustín: “Nos creaste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

Felizmente, el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca, aun en manifestaciones objetivamente desviadas. En el hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus, en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios. La Iglesia Católica desde su origen, más aún, desde su precursor, el Pueblo prometido, no es sino la afirmación nítida, resuelta, de su creencia en Dios. Por confesarlo, murieron muchos en el Antiguo Testamento; por ser fiel al mensaje de su Padre, murió Jesús; y después de Él, por confesar un Dios Uno y Trino cuyo Hijo ha habitado entre nosotros, han muerto millones de mártires: desde Esteban y los que como antorchas iluminaban los jardines de Nerón, hasta los que en nuestros días mueren en Rusia, en Checoslovaquia, en Yugoslavia; ayer en Japón, en España y en Méjico, han dado su sangre por Él. A otros no se les ha pedido este testimonio supremo, pero en su vida de cada día lo afirman valientemente: Religiosos que abandonan el mundo para consagrarse a la oración; religiosas que unen su vida de obreras, en la fábrica, a una profunda vida contemplativa; universitarios animados de un serio espíritu de oración; obreros, como los de la JOC, que son ya más de un millón en el mundo, para los cuales la plegaria parece algo connatural; y junto a ellos, sabios, sabios que se precian de su calidad de cristianos. Hay grupos selectos que buscan a Dios con Un fuego que enciende otros fuegos toda su alma y cuya voluntad es el supremo anhelo de sus vidas. Y cuando lo han hallado, su vida descansa como en una roca inconmovible; su espíritu reposa en la paternidad divina, como el niño en los brazos de su madre (cf. Sal 130). Cuando Dios ha sido hallado, el espíritu comprende que lo único grande que existe es Él. Frente a Dios, todo se desvanece: cuanto a Dios no interesa se hace indiferente. Las decisiones realmente importantes y definitivas son las que yacen en Él.



Al que ha encontrado a Dios acontece lo que al que ama por primera vez: corre, vuela, se siente transportado; todas sus dudas están en la superficie, en lo hondo de su ser reina la paz. No le importa ni mucho ni poco cuál sea su situación, ni si escucha o no sus oraciones. Lo único importante es: Dios está presente. Dios es Dios. Ante este hecho, calla su corazón y reposa. En el alma de este repatriado hay dolor y felicidad al mismo tiempo. Dios es a la vez su paz y su inquietud. En Él descansa, pero no puede permanecer un momento inmóvil. Tiene que descansar andando; tiene que guarecerse en la inquietud. Cada día se alza Dios ante él como un llamado, como un deber, como dicha próxima no alcanzada.

El que halla a Dios se siente buscado por Dios, como perseguido por Él, y en Él descansa, como en un vasto y tibio mar. Esta búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo toma sentido por esa misma búsqueda. Dios aparece siempre y en todas partes, y en ningún lado se le halla. Lo oímos en las crujientes olas, y sin embargo calla. En todas partes nos sale al encuentro y nunca podremos captarlo; pero un día cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro.

Cuando hemos hallado a Dios, todos los bienes de este mundo están hallados y poseídos. El llamado de Dios, que es el hilo conductor de una existencia sana y santa, no es otra cosa que el canto que desde las colinas eternas desciende dulce y rugiente, melodioso y cortante. Llegará un día en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas. ¡Señor, haznos dignos de escuchar ese llamado y de seguirlo fielmente!

viernes, 13 de enero de 2017

Mi desayuno de hoy: “Nunca había visto cosa igual, nadie igual!”…


Como está de moda colocar en redes lo que uno se come, les presento "mi desayuno". Si me dan a elegir uno de los dos...no podría decir cuál de los dos es más importante, si la palabra de Dios o el que me como y sabe rico, pero algo si tengo muy claro...NO SALGO DE MI CASA sin antes hablar con Dios y encomendarle mi día...se siente taaaannnn diferente! pruébalo!

Viernes 13 de Enero del 2017.
Evangelio:

El Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
2, 1-12
Gloria a ti Señor.

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?"

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados -le dijo al paralítico-: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!"
Palabra del Señor.

Gloria a ti Señor Jesús!
 
Les comparto mi meditacion de esta palabra:

"¡Nunca habíamos visto cosa igual!”…efectivamente puedo decir lo mismo: “Nunca había visto cosa igual, nadie igual!”… Ver que el hijo de Dios se empeña en darnos sanación aun cuando muchas veces ni siquiera somos conscientes de la gracia recibida…no tiene comparación con nada de lo que haya visto.

Tampoco había visto nunca tanta bondad y misericordia para con cada uno de nosotros. Fíjense que el paralitico ni siquiera va por su propia voluntad, no es el quien dice “llévenme” sino que unos amigos le llevan. Ahora, unos amigos BIEN CONVENCIDOS de que Jesus tiene lo que necesita este hombre para sanarse.

Muchas de nuestras enfermedades físicas están entrelazadas con nuestras enfermedades o dolencias espirituales de tal manera que Cristo elije sanarle primero espiritualmente y perdonarle sus pecados para que así, estando limpio, entonces pueda caminar rectamente en adelante, lleno de la Gracia de Dios y trabajar junto a Él en la construcción de su reino. Un reino de Paz. Pidamos la gracia de poder siempre llevar a nuestros amigos y hermanos a los pies de Jesus, no importa que haya mucha gente, que tengamos dificultades, que el tiempo no de mucho, que tenga mil cosas en el trabajo, en la universidad, en la casa. Que mostremos siempre nuestra disponibilidad a su voluntad. Que realmente seamos un enlace para que la luz del Maestro pueda llegar a los demás; aunque pensemos que lo que hacemos es poco, no importa puesto que no estamos llamados a hacer grandísimas obras…porque esas las hace El.

Pero igual sepamos que para poder hacer eso debemos tenernos nosotros mismos ganados para Cristo, nosotros mismos ganados y en constante conversión de nuestro corazón a los criterios de Dios… ¿cuáles son?, sencillísimo…cumplir los mandamientos, serles fiel a Dios, a su presencia en nuestra vida. Honrar nuestro cuerpo que es templo siendo fiel a Dios y por tanto a nosotros mismos, puesto que esto es nuestra dignidad. Siendo fieles quiere decir no entregarnos y emplear nuestra voluntad para con las cosas del mundo sino solo para con las cosas bellas, hermosas, justas de Dios. Dándonos en cada segundo a todos como el grano que muere para dar fruto a algo mejor. Gastémonos llevando a los demás a la fuente de toda sabiduría, alegría y paz, al amor mismo que es Cristo y gastémonos además en presentarle nuestras miserias a Dios para que siempre nos sane y mantenga por su gracia en “forma” en este camino que vamos recorriendo de vuelta a casa de nuestro Padre.

Que por los méritos de Jesus, quien está esperándonos y nos prometió que guardaría morada para cada uno de nosotros, nuestro Padre del cielo nos otorgue las gracias necesarias para estar siempre en camino. Amen.
Dios te bendiga
 
 

 

martes, 10 de enero de 2017

Nuestra propia conversion...trabajo constante




Trabajar y trabajar en nuestra propia conversión, a eso estamos llamados.

Dice hoy la lectura que un hombre con un espíritu inmundo le decía a Jesús: "¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret?, ¡Sé quién eres: el Santo de Dios!" ...y me quedo pensando, ¿cuantas veces no le habremos dicho así al Maestro?. ¿Cuantas veces le he dicho y le digo yo a Jesus eso?...

El hecho de que sepamos quien es, no significa que le sigamos como verdaderos discipulos; ¡hasta los demonios saben muy bien quien es Cristo!. El tema aquí es seguir sus preceptos, cumplir sus mandatos y llevar una vida conforme a sus enseñanzas, una vida en el amor de Cristo. Dice también la lectura que Jesus enseñaba con autoridad. ¡Claro!, si Él es la autoridad plena puesto que es La Verdad, el camino y la vida.
La autoridad viene acompañada del ejemplo y la coherencia de vida. Pidamos la gracia de poder hoy trabajar nuestra propia conversión viendo todos esos recovecos en los que por alguna razón aun al ver el desastre que tengo le digo a Cristo…”¿que tengo yo que ver contigo?...Yo sé quién eres, pero todavía NO entres aquí, déjame así medio desorganizada y sucia esta esquina, yo sé dónde tengo mis cosas en este reguero”.


Que por la intercesión de la Madre de Dios consigamos la gracia en este día de poder ver las áreas en las que aún no dejo entrar completamente a Cristo en mi vida y luego de verlas, me de la fuerza y la voluntad de dejarle entrar y llenar todo ese espacio de su luz para de esa manera yo pueda servirle en mis hermanos a Cristo Jesus con coherencia y caridad. Amén

Dios les bendiga