miércoles, 24 de julio de 2013

SEAMOS PUERTAS ABIERTAS

Una de las cosas más incomodas es cuando estamos en algún lugar y queremos avanzar, pasar al otro lado y la puerta está cerrada. No te pasa que sientes una impotencia al no poder abrirla ? . Y ni se diga si tenemos alguna llave y aun así no podemos accesar, no abre. La puerta sigue cerrada.

Muchas veces tenemos la oportunidad de ser puertas abiertas para otros, abiertas en escucha, abiertas en brindar oportunidades, abiertas a la comprensión, abiertas al progreso, a la colaboración y sin embargo nos convertimos en puertas cerradas, como grandes murallas para los hermanos.

Una de las cosas más lindas de las comunidades es poder contar con un grupo de hermanos que te ayuda a crecer, sin embargo muchas veces viendo la realidad de las cosas encontramos celos, orgullos, complejos... inconvenientes del ser humano que no aportan en nada a ese crecimiento sino mas bien a atrofiar los buenos deseos de los demás.

Una vez llevamos cierto tiempo caminando dentro de los caminos de Dios, tal como indica Santa Teresa de Jesús "hay almas a las que no se les puede llamar la atención, porque tienen tanto tiempo tratando con las cosas de virtud que se creen perfectas", es fácil que perdamos el norte de las cosas: el ideal de Cristo, el sabor por las cosas eternas, la caridad y paciencia con el hermano, como tantas veces las ha de haber tenido Jesús con nosotros y todavía las tiene!.

En estos días EL PAPA FRANCISCO DIJO: "Piense en una madre soltera que va a la Iglesia o a la parroquia, y le dice al secretario: QUIERO BAUTIZAR A MI HIJO. Y el que le atiende le dice: No, no se puede, porque no se ha casado...Tengamos en cuenta que esta madre tuvo el valor para continuar con un embarazo, y con qué se encuentra? Con una puerta cerrada! Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, el Pueblo de Dios. Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral! QUIEN SE ACERCA A LA IGLESIA DEBE ENCONTRAR PUERTAS ABIERTAS Y NO FISCALES DE LA FE".

Fiscales de la fe, si, porque nos ponemos como algunos de nuestros hermanos (y no me gusta hacer comparaciones - pero esta es una frase que la aprendí con mi esposo y la verdad no le veo mejor definición-), no ponemos como "cónsules del infierno" a dar visa para allá a todo el que creamos no cumple o no es digno. Por amor a Dios!, no nacimos sabiendo todo lo que sabemos, todo toma tiempo!. Acoger al hermano y ayudarle a aprender y hacer las cosas correctas es nuestro papel, con paciencia, con caridad, no restregándole sus faltas!, no haciéndole sentir que lo poco que hace esta mal o no sirve, así no crece el reino de Dios, así solo crece nuestra idolatría personal y la vanidad de decir "que bien lo hago yo", "yo si se cómo hacer las cosas", "no hay nadie que lo haga bien"...donde esta Cristo en eso?, Cuando el Maestro dijo algo así?, Acaso espera eso El de nosotros?.


Mientras más personas aprenden, mas hermanos se integran, mas grande será el Cuerpo místico de Cristo, mayor Gloria recibe el Padre Celestial y más podemos hacer.

Seamos verdaderas puertas que se abran a las necesidades de nuestra Iglesia, que unamos y ayudemos a pasar a mejores niveles a todos nuestros hermanos. Seamos puertas abiertas de par en par a través de las cuales transite la cristiandad sin trabas ni complejos, sin mediocridades. Seamos una gran Puerta que solo conduzca a Cristo, tan amplia como una puerta de palacio pues al otro lado lo que queremos mostrar es al Rey de Reyes: Cristo Resucitado.

martes, 16 de julio de 2013

"El limpiabotas y yo"

Era domingo, iba para el hospital a trabajar como ministro extraordinario de la comunión, estaba feliz. La lectura de ese día era "El Buen samaritano".

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Le dijo Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

"Haz tu lo mismo"...termina la lectura. Pues sigo con mi historia...resulta que nos paramos a desayunar mi esposo y yo en una panadería antes de iniciar el trabajo. Habían  unos niños, "limpiabotas", fuera del lugar. Cuando me desmonte del carro me pregunta uno: Puedo limpiarle los zapatos?, "no mi hijo", le conteste, "desayunaste?", me respondió que no. "Espérame ahí que te traigo un pancito", entre y salí con su desayuno, se lo entregue y seguí a desayunar, pague lo que pedí y nos sentamos...


Cuando estaba desayunando, al otro lado de la panadería, en la puerta de atrás, que era de cristal, frente a mí, se coloca otro niño, me mira y me hace señas con la mano a su boca "deme algo de comer"... pero si ya le di a los niños del frente, pensé. El jovencito no se movía y yo no podía verle y comer. Entendí en ese momento que el amor al prójimo, tal como dice la lectura, no es solo cuando nosotros, según lo que programamos, entregamos "algo" de lo nuestro a otros, que no digo que este mal, sino que se refiere a amar al próximo que Dios te pone delante. Vi de nuevo al niño y comprendí...ese eres tu Señor, ahí estas tu.

¿Qué era lo que tanto me costaba?, ¿qué me costaba pararme y pedir otro poco de pan?, ¿qué me costaba simplemente sacar la cartera otra vez para pagar?...esas no son excusas validas, realmente no costaba nada, solo salirme un poco de mi y pensar en el otro.
¿Es válido ir a colaborar, llevar el mensaje de Dios, esperanza a los enfermos de un hospital y no detenerme en el camino a entregar apenas un poco de pan a un pequeño hijo de Dios?, no. Simplemente no es correcto a los ojos de Dios.

Vivir el evangelio cuesta porque es morir a nuestra naturaleza egoísta cada día un poco más. Cuesta porque es lo mejor para nuestra alma. Pero que nos quede claro, que cuando recibimos las inspiraciones del Santo Espíritu, tenemos que ser dóciles y dejarnos llevar porque como decía Santa Teresa, "más se avanza con las inspiraciones de este gran maestro en unos minutos, que en largos años de formación con nuestras fuerzas". Y aclaro que soy gran enamorada de los estudios y de las letras porque me encanta aprender. Hay que hacer un balance entre lo que aprendemos y lo que vivimos. Mi esposo tiene una frase..."no solo es tirar páginas a la izquierda, también hay que leerlas", a la cual agrego y luego de aprenderlas incorporar poco a poco todo esto a nuestra vida. No podemos estar "cómodos" nunca, eso lo haremos cuando lleguemos a la meta final, cuando la vida se transforme plenamente en Cristo y lleguemos, con su divina gracia a nuestra morada final, junto al Padre. Mientras tanto, cambiamos, hacemos, aprendemos, amamos...vivimos.

Ayúdame Señor a dejarme llevar por tu mano cada día, a comprender que aparte de las cosas que te puedo ofrecer, debo darte más. Ayúdame a ver en cada cosa tu mano amorosa y el sentido que quieres darle a mi vida para poder decir "Amo al Señor mi Dios, con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y todo mi ser. Y amo al prójimo como a mi misma."



Dios te bendiga en este día,
Una hija amada de Dios, Nathalie Romero de Grau


miércoles, 10 de julio de 2013

Dejar a Dios ser Dios

Confiar en las decisiones de Dios para mi vida


Dejar que tu vida sea llevada por Dios en muchas ocasiones es tremenda aventura.
El Señor tiene una maneras tan distintas para llevar su obra en nuestras vidas, no deja de sorprenderme.

Aceptar la voluntad del Padre en mi vida es una de las cosas que quiero siempre hacer, aunque muchas veces no lo logro. Eso de "aceptar la voluntad de Dios" no es más que CONFIAR. A que me refiero con confiar?, me refiero a tener la certeza de que aunque la vida cambie, no son mis planes los mejores, sino los de la providencia, los del Padre que me creo y sabe mejor que yo...para que me hizo.

Decía Madre Teresa que el hombre es la única criatura que se pone a discutir con su creador...¿acaso hemos visto una mesa discutiendo con al carpintero que la hizo o a un pincel poniéndole objeciones al pintor que hace la obra?... no ¿verdad?...pero nosotros en muchas ocasiones no nos dejamos llevar de sus planes y empezamos a llenarnos de excusas.

Todos los personajes de la biblia, una vez tienen ese encuentro con Dios, viven de una manera diferente y el evangelio, llevar esa buena noticia, en muchos casos les lleva por caminos distintos, insospechados, inimaginables.

Dejar que el timón de tu vida lo tenga agarrado Dios, cuesta. No es fácil, pero es lo mejor.
Digo lo mejor porque SIEMPRE sus planes son mejores que los nuestros. A lo mejor mi plan es hacer tal o cual cosa por el Señor...ponle el nombre que quieras: cantar en el coro, exponer un tema bonito, rezar el rosario, lo que sea y todo eso está bien, sin embargo, está pensado desde mi perspectiva. Pero cuando es Dios que llama a hacer alguna cosa o servicio, El, que lo sabe todo, bien supremo y Padre de Misericordia, te conecta con una realidad mucho mayor, una realidad divina. Su realidad para tu vida.


Y lo más grande del caso es que cuando nos llama, no anula nuestra naturaleza humana, sino que la enriquece, cuenta con ella, cuenta contigo, con lo que eres...pongámonos a pensar: Somos su obra, de principio a fin, El nos conoce más que nosotros mismos, sabe nuestras capacidades, virtudes y debilidades. Esas capacidades que en ocasiones ni pensábamos tener, al responder el llamado se ponen a pleno rendimiento y eso solo se logra estando bien "pegados" de Cristo.  Imagínate que eres una flor, y que en este momento eres un botón de rosa, hermoso....si te cortan de la rama, ese botón no se abrirá  y nunca será la rosa hermosa que debió ser, no es feo...pero tampoco está en su máxima capacidad, en la plenitud de su creación...

Hay una frase que me encanta : 
" La Voluntad de Dios no te llevará donde la Gracia de Dios no te proteja". 
Hacer o tratar de hacer siempre la voluntad de Dios, es de valientes, de gente que sabe que no está sola. Si Dios te ha llamado a hacer algo, El te dará las gracias para llevar esta encomienda a cabo.


Adelante, confiemos en todo momento.

lunes, 1 de julio de 2013

TIEMPOS DE SANTIDAD

Mi amigo Claudio De Castro publicó este artículo, Claudio es laico, panameño y enamorado de Jesús igual que tu y yo. "Enjoy!"...

El día que eligieron al Papa Francisco, viendo su humildad sentí que algo en mi interior me volcaba a cambiar, a ser mejor, al menos lo intentaría.


TIEMPOS DE SANTIDAD
No te inquietes. Dios te conoce. Sabe quién eres. Lo que haces. Todo lo ve. Está en ti y te ama profundamente.

Cuando te decidas por Dios, todo cambiará.

¿Hablarán de ti? Por supuesto. Leí sobre un joven que de pronto sintió el llamado de Dios y le contó a sus amigos que se marcharía al Seminario para ser sacerdote. Algunos se burlaron de él. Y unos pocos le abrazaron deseándole lo mejor.

Las cosas de Dios no siempre se comprenden, pero se experimentan, se viven, te conmueven y te cambian.

Yo, hace mucho decidí no complicarme la vida tratando de entender a Dios. Sencillamente opté por confiar, a pesar de todo.

Estos son tiempo de renovación y santidad. ¿Lo has sentido? Tiempos de oración profunda, de vida interior, para reflexionar y hacer cambios en nuestras vidas, cambiar la forma como hacemos las cosas.

Vivimos un tiempo de esperanza y santidad. Para que podamos optar por ser santos.

Sé de muchos que a diario procuran vivir el Evangelio tal cual se nos enseñó. Amando. Perdonando. Volcándose hacia lo pobres y más necesitados. Llevando esperanza. Siendo una voz de aliento.

Recuerdo haber leído una expresión que me impresionó:

“Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos”.

Estoy de acuerdo. El mundo necesita santos. Nuestra Iglesia, nuestros gobiernos, nuestros trabajos, necesitan personas que se decidan a vivir el Evangelio y den ejemplo a los demás, y nos muestren que se puede, que vale la pena.

Cada día es una nueva oportunidad. Un nuevo comienzo.

El día que eligieron al Papa Francisco, viendo su humildad sentí que algo en mi interior me volcaba a cambiar, a ser mejor, al menos lo intentaría.

Un amigo me preguntó hace poco si lograba perseverar en la fe. “No siempre lo consigo”, le respondí. “Pero cada vez que caigo trato de levantarme y vuelvo a empezar”.

Creo que estos tiempos son para eso, para levantarnos nuevamente y volver a empezar, esta vez, como Dios te lo ha pedido, caminando en Su Presencia.

Autor: Claudio De Castro