sábado, 25 de junio de 2016

“Hacerme la loca”


Eran las 2:00 de la tarde. Estaba teniendo un día muy ajetreado. Andaba en las reuniones de la Asamblea de la OEA: mucha gente, mucho trabajo pero sobre todo días de mucha oración.

Salí a la calle buscando mi carro, que estaba parqueado un poco lejos porque las calles alrededor estaban bloqueadas. Traía mi mochila, mi cartera. El sol estaba como para irse a la playa y de repente empieza a lloviznar. En mi país decimos “se casa una bruja”  (por cierto, de donde vendrá ese dicho?). El asunto es que voy aprisa, paso unos guardias que están en la esquina, cruzo la calle y continuo hacia arriba, entre el calor, la humedad, el hambre y la prisa porque debía buscar donde comer algo antes de la próxima reunión.

Ya casi llegaba al carro, que estaba a 1 cuadra. La calle estaba desierta, solo mi carro estaba estacionado. Y alcanzo a ver, en mi misma cera, caminando hacia mi, una señora que viene, con paso lento y una varita, auxiliándose al caminar. Estaba ciega; iba camino hacia la calle que yo había dejado atrás.

Ella no se percata que estoy ahí. No me ve y entre el hambre, la prisa y el calor que tenía la verdad es que estaba loca por montarme en el carro, prender el aire e irme.

No pude seguir caminando. Me devolví.

-          Hola, como estas?, déjame ayudarte. Te llevo hasta la parada de autobús.

-          Si, gracias. Llévame.

Camine con ella hacia atrás, de donde venía. Vi de nuevo los guardias en la esquina pero ahora acompañada de mi amiga. La deje sola, sentada en la parada, esperando el autobús.

De nuevo emprendí mi camino hacia el carro. Entre y empecé a buscar un lugar donde comer. Para mi sorpresa la providencia me presento uno bien cerca.

Al decir el "yo confieso", pedimos perdón por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra  y omisión.  A veces, pensamos que solo las grandes empresas y proyectos en los que ofrecemos nuestro tiempo,  son los únicos considerados como virtudes o faltas a la vida de Gracia. Sin embargo es en las pequeñas obras de bien,  en las que no ofrecemos pero que se nos solicitan, en las que verdaderamente la Gracia Santificante se encarga de hacernos  progresar. Nosotros lo único que debemos poner es nuestra voluntad.

Yo podía pasar por el lado de mi hermana, seguir caminando y montarme en el carro. Ella iba a encontrar su camino de alguna manera. Yo podía seguir caminando porque tampoco la señora se había dado cuenta de que yo estaba allí (era ciega), ahora…yo podía ver perfectamente ( y doy muchas gracias a Dios por hacerlo).  Sinceramente les digo: no era un asunto de si la señora me veía o si Dios me veía porque todo lo ve…al final no se trata de eso, es que YO la había visto a ella. Mis ojos ya se habían dado cuenta que esa hermana estaba ahí y necesitaba ayuda. Mi responsabilidad como cristiana va más allá del calor o el hambre. Muchas veces me pregunto, pero será verdad que aún no he entendido que es el mismo Cristo a quien sirvo en mis hermanos?, Cristo ciego, Cristo cojo, Cristo enfermo, Cristo en soledad, Cristo anciano, Cristo mendigo, Cristo pobre, Cristo NECESITADO.

Pidamos la gracia de poder ver al Señor en todos los momentos de nuestras vidas y en todos cuanto viven y pasan a nuestro lado. Que seamos siempre dóciles a su Santo Espíritu y que nos transforme en verdaderos discípulos y constructores de paz.
Dios te bendiga.