jueves, 19 de julio de 2018

La Verdad que nos Salva

Tuve la oportunidad de asistir al programa de Radio “Familia fuente de vida” de la emisora radial Vida 103.5  a conversar sobre la familia y el tema “Eduquemos para el verdadero pensamiento y para la verdadera libertad, revisemos la educación de los pequeños”.
Al iniciar el programa llegue unos minutos tarde porque tome la ruta que no era y luego tuve que re direccionarme para llegar correctamente
Si tienes que decir una verdad a tus hijas hoy, una sola verdad, ¿cuál sería?, me preguntaron…
Luego de pensarlo por unos segundos, sin titubear respondí:
-          Dios es amor. Es la única verdad que les digo y es la única que me interesa proclamar en mi familia y a todo el mundo en todos mis ambientes.
¿Por qué esto?, porque es la única verdad que salva, restaura, sana y da vida. Vida Plena.
Hablamos de un amor que tiene nombre Jesucristo. Ese anuncio del amor es el único que da sentido a cualquier  situación que vivamos porque si todo gira en relación a esa verdad entonces vamos a elegir bien en todo momento.
 

El contenido del programa, a groso ver fue este: (comparto este material que me facilitaron)
“Tres tipos de verdades:
1- Las verdades envueltas en mentiras, la educación verdadera y en valores la da la familia, no el libre pensar para que no sea libertinaje.
2- Las verdades sin conciencia y conocimiento de lo que es la persona y su libertad, que hay que educarla para que elija bien.
3- Las verdades ideológicas, que él rechaza y es justamente lo que quieren meterle a los que están ahí. Y el desconociendo total de lo que es la sexualidad y el verdadero amor.
 

Para decir bien, tenemos que estar educados para elegir bien. Si me educaron para elegir mal, voy elegir el mal.
La libertad se educa desde las conciencia de los niños, y el primer hogar es la familia , el 2do hogar es la escuela .
Por eso la educación en todos los países está preñada de ideologías contraria a la familia y a la verdadera educación. Los ministerios de educación son financiados en programas que daña a los carajitos y le meten en la cabeza un montón de cosas ajenas a los valores y a la verdadera sexualidad humana, al respeto, ajenas a la dignidad de las personas : sin muchas ideologías que invaden a los más pequeños , y los padres lo van perdiendo porque las ideologías que financian ese tipo de educación le va comiendo el cerebro ( el coco ) y los pobres papás o padres que están metido por obligación en el mercado laboral para poder mantener a sus hijos , el tiempo no le da cuando llegan a la casa , y se le escapan de las manos, porque la sociedad, el gobierno , el sistema y las ideologías no le interesa que esos muchachos sean sanos y sean libres pensadores ( pero educados para ejercer un pensamiento libre ) que sea provechoso para ellos, para su familia y para la misma sociedad que se refuerza con sus mejores hombres y mujeres.
Los muchachos de ahora se educan para que sean esclavos: del sexo que ellos eligen mal, porque la familia no fue escuela de valores , esclavos de las pandillas que les ofrecen un lugar , esclavos de las redes sociales que les da recibimiento y pueden vivir una vida pasarela, esclavos de los juegos, esclavos del tener como un político, narco o deportista que ellos piensan consiguieron el dinero fácil : lo fácil , ¡ esclavos de eso !
Termino este compartir con esta frase de un escrito de Aleteia que me comparte mi esposo que me parece genial:
Dios ama a la humanidad y quiere su bien, por eso le da, a través del Espíritu Santo, la fuerza para luchar contra cualquier tentación que vaya en contra de su felicidad.
Los Padres del desierto abogaron por la práctica de la “custodia del corazón” (en griego nepsis: vigilancia), que consiste en prestar atención a todo lo que sucede en nuestro corazón.
Jesús aconseja a sus discípulos que velen y oren. Por la oración y por la gracia de los sacramentos, Dios nos da Su fuerza, si nos abrimos a Él.
Termino con la frase que inicie:
Dios es amor. Es la única verdad que les digo y es la única que me interesa proclamar.
Dios les bendiga
 

jueves, 12 de julio de 2018

¿Vicios capitales? - Conocerlos: la primera ganancia para vencerlos

Primero...lo primero: No se crean que van a venir "feos"...oh no!, van a llegar hermosos, apetecibles, disfrazados con una dosis exacta de lo que a ti "te gusta".


La mayor parte de los moralistas, en vez de la vanagloria, señalan la soberbia como vicio capital. Pero, con mejor visión Santo Tomás de Aquino considera a la soberbia, no como simple pecado capital (uno de tantos), sino la raíz de donde proceden todos los demás vicios y pecados. En este sentido, la soberbia es más que pecado capital: es la fuente de donde brotan todos los demás vicios y pecados; incluso los capitales, ya que, en definitiva, todo pecado supone el culto idolátrico de sí mismo, anteponiendo los propios gustos y caprichos a la misma ley de Dios, lo cual es propio de la soberbia.  


¿Vicios capitales? - Conocerlos es la primera ganancia para vencerlos

Se designa con el nombre de vicios o pecados capitales aquellos afectos desordenados que son como las fuentes de donde dimanan todos los demás pecados. No siempre los vicios capitales son más graves que sus pecados derivados. Algunos no pasan de simples pecados veniales, como ocurre la mayor parte de las veces con la vanidad, la envidia, la ira y la gula; pero siempre conservan la capitalidad en cuanto que son como la cabeza o fuente de donde proceden otros muchos pecados.

Desde San Gregorio Magno se suelen enumerar siete vicios capitales: vanagloria, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y acidia o tedio de las cosas espirituales[1]. Santo Tomás de Aquino justifica este número explicando que la voluntad puede desordenarse de siete maneras principales: primero, deseando el bien desordenadamente, lo cual puede ocurrir buscando la propia alabanza (vanagloria), el placer en el comer y beber (gula), el placer venéreo (lujuria) o los bienes exteriores (avaricia); en segundo lugar, huyendo de un bien a causa de los males que le están unidos, en cuyo caso puede tratarse de las cosas espirituales por el esfuerzo que suponen (acidia o tedio espiritual), o del bien ajeno porque rebaja nuestra propia excelencia (envidia) o, finalmente, buscando la venganza desordenadamente (ira).

Veamos brevemente cada uno de estos vicios.

La vanagloria es el apetito desordenado de la propia alabanza. Busca la propia fama sin méritos en que apoyarla o sin ordenarla a la gloria de Dios y al bien del prójimo. De ordinario no suele pasar de pecado venial, a no ser que se prefiera la propia alabanza al honor mismo de Dios o se quebrante gravemente la caridad para con el prójimo. Se derivan de este vicio otros pecados como la jactancia, al afán de novedades, la hipocresía, la pertinacia, la discordia, las disputas y la desobediencia. Los principales remedios para combatir la vanagloria son: el conocimiento íntimo y sincero de sí mismo; la consideración de la necedad del aplauso humano, y, sobre todo, el recuerdo de la humildad de Cristo.

La avaricia es el apetito desordenado de los bienes exteriores. Cuando quebranta gravemente la justicia (llegando a robos, fraudes, etc.) es pecado mortal; pero si se opone a la generosidad, no suele pasar de pecado venial. Se derivan de este vicio: la dureza de corazón hacia los pobres; la solicitud desordenada por los bienes terrenos, la violencia, el engaño, el fraude, el perjurio y la traición. Para remediarlo es conveniente considerar la vanidad de los bienes terrenos, la vileza de este vicio y, sobre todo, los ejemplos de Cristo, pobre y desprendido.

La lujuria es el apetito desordenado de los placeres sexuales. La lujuria es siempre pecado mortal, y solo puede darse en ella pecado venial por la imperfección del acto (falta de advertencia o consentimiento perfecto), pero no por parvedad de materia. Se derivan de este vicio: la ceguera espiritual, la precipitación, la inconsideración, la inconstancia, el amor desordenado de sí mismo, el odio a Dios, el apego a esta vida y el miedo a la futura. Se remedia con la oración frecuente y humilde, la frecuencia de sacramentos, la huida de las ocasiones y de la ociosidad, las mortificaciones voluntarias, y la devoción a la Santísima Virgen María. 

La envidia es la tristeza del bien ajeno en cuanto que rebaja nuestra gloria y excelencia. Objetivamente es pecado mortal, porque se opone directamente a la caridad para con el prójimo; pero suele ser sólo pecado venial por imperfección del acto o parvedad de materia. Son buenos remedios: la consideración de la vileza y de los males que acarrea, la práctica de la caridad fraterna y de la humildad, el recuerdo de los ejemplos de Cristo.

La gula es el apetito desordenado de comer y beber. Puede ser pecado venial o mortal (especialmente si quebranta a sabiendas algún precepto grave de ayuno o abstinencia; si se infiere voluntariamente grave daño a la salud; si hace perder el uso de la razón –como en el caso de la embriaguez perfecta–, etc.). Produce torpeza o estupidez de entendimiento, locuacidad excesiva, chabacanería y ordinariez, lujuria, etc. Se puede remediar considerando los efectos que produce, mortificándose en el comer y beber, huyendo de las ocasiones de pecado.

La acidia equivale a la pereza, pero haciendo referencia más bien al tedio o fastidio por las cosas espirituales por el trabajo y molestias que ocasiona. Inclina a omitir los actos de oración y piedad por desgano o falta de gusto.

La ira es el apetito desordenado de venganza. Se derivan de ella la indignación, el rencor, el griterío, la blasfemia, la riña, etc. Para remediarlo es útil recordar la mansedumbre y dulzura de Cristo, luchar por alcanzar el dominio propio, prevenir las causas de la ira.

En cuanto al orgullo –que no aparece mencionado en esta lista– San Gregorio Magno lo consideraba como un súper-vicio capital, pues de él se derivan todos los demás.
Bibliografía:
Royo Marín, Teología Moral para Seglares, BAC, Madrid 1986, tomo 1, n. 263-265;
Evagrio Póntico, Tratado de los ocho vicios capitales.



 
 La Buena noticia de todo esto es que Dios nos espera, nos redime y quiere que seamos felices. Con su ayuda, todos estos vicios pueden desaparecer, solo debemos abrir nuestro Corazon a su accion.