miércoles, 21 de agosto de 2013

Dios nos llama a todos a «volar alto»


El Señor quiere ensanchar nuestro corazón para que sigamos ideales grandes, y parece como si nos dijera al oído: «no vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas». (Sta. Teresa de Jesus) Todos podemos estar arriba, en la amistad con Dios, con la ayuda de la gracia.

San Pablo enseña una verdad fundamental: Hemos sido elegidos por Dios, desde antes de hacer el mundo, para ser santos (Ef 1), para tener una honda amistad con Jesucristo, que se refleje en los asuntos normales de todos los días. 
Cada uno de nosotros podemos decir: Dios ha pensado en mí, desde la eternidad.

Dios nos llama a todos a «volar alto».

Santa Teresa de Jesús, después de señalar que la santidad se fundamenta en la ayuda divina, avisa de la posible tentación que pueden experimentar las almas y el daño que pueden sufrir ante una falsa humildad. El demonio intenta presentar «como soberbia el tener grandes deseos de querer imitar a los santos y a los mártires. Después, nos quiere hacer entender que las cosas de los santos son para admirar, y no para imitar los que nos sentimos pecadores». Esa falsa humildad, la mediocridad espiritual aceptada, nos llevaría a volar bajo como gallinas de corral, a la tibieza, el gran enemigo de la vida espiritual.

Jesús, ayúdanos a remontar el vuelo, a subir a las alturas de tu Amor, a no ser conformistas, a que no nos asuste la palabra santidad.

domingo, 18 de agosto de 2013

Confieso:" Yo creo en Dios"

En este día he decidido hacer una declaración pública. Una declaración que planteo en medio de uno de esos momentos en los que aparecen nuevos cambios en la vida.
Hay noticias que "te mueven el piso", por así decirlo... una enfermedad, un desencanto, divorcios, catástrofes naturales,  problemas económicos, crisis...la lista es larga, ponle el nombre que más te parezca. Este, es uno de esos momentos.

Vivir de cara al evangelio tiene sus consecuencias, palpables e inmediatas, tal como nos dice el mismo Cristo. Y vivir cristianamente o sea, vivir el evangelio, con todas sus consecuencias: cuesta,  porque significa vivir en el amor, en la caridad. Y no me refiero al amor de mariposas en el estómago, que no está mal, ni al amor platónico o al "yo me  siento tan bien cuando estoy contigo"..."¡ay si!, es que tú me haces sentir especial ...yo y yo y yo...y nos quedamos dando vueltas sobre nosotros mismos";  no me refiero a ese amor.  Me refiero a vivir la CARIDAD , como virtud teologal que es y dentro de ellas, la mayor,  como nos explica San Pablo.


El Señor nos expresa como el amor a Dios debe ser algo concreto, debe ser un amor que obra , dinámico,  no estático. El Apóstol San Pablo también nos lo expresa en su primera carta a los Corintios, en todo el Capítulo 13, maravillosamente y al mismo tiempo en forma exigente. Este capítulo es un himno a la Caridad.

El amor que es traducido como Caridad, tiene dos vertientes: El amor que tenemos a Dios y el amor a nuestro prójimo.

¿Quién es nuestro prójimo?
Es aquel que está más próximo a nosotros, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de estudio y en un concepto más amplio todo ser humano.

El origen del amor es Dios mismo y este amor está fundamentado en su palabra, en el mensaje de salvación que nos  anunció nuestro Señor Jesucristo. Uno de los fundamentos de esta palabra son los diez mandamientos, la ley Divina dada para el hombre;  los cuales nos señalan del 1ero  al 3ero  el amor a Dios y del  4to  al 10mo el amor a nuestro prójimo.

Es muy fácil perder de vista al prójimo en nuestras decisiones y San Juan nos lo indica claramente:
" Si alguno dice: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve" (1 Jn 4,20)

Nos pasamos la vida haciendo, buscando, meditando, estudiando..."¡oh, Señor, somos tan "Martas" a veces!"...y me acuerdo de Santa Teresa "María y Marta han de andar siempre juntas".  Es verdad, totalmente verdad, no hay una sin la otra. No puede haber real unión con El Padre, El Hijo o El Espíritu Santo  sin oración y tampoco puede haber ninguna acción si no viene inspirada por esta común-unión.

Pero más que nada, buscar la voluntad del Padre en nuestras vidas y buscar los carismas mayores no es fácil. Cuesta, pero cuesta precisamente porque es lo mejor para nuestra alma.
Ya nos lo dice San Pablo en esa hermosa carta de amor, a la que tantas veces tengo que referirme: "Si hablando lenguas de hombres y de ángeles, no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe Y si teniendo el don de profecía, y conociendo los misterios todos, y toda la ciencia, y tanta fe que trasladase los montes, no tengo caridad, no soy nada." (1Co 13,1 )

Hoy digo: " YO CREO EN DIOS" y quiero decirlo con toda la convicción del mundo, quiero decirlo con propiedad, con el conocimiento que implica, pero sobre todo con caridad, sabiendo que nada soy y que todo me ha sido dado por Él.

Hoy digo: "Yo creo en Dios", pero no en el Dios de cuando tenía algunos años, sino en un Dios que ha ido enseñándome su plan a lo largo de mi vida y al que confío plenamente mis cosas.

Hoy digo: "Yo creo en Dios", pero no solo en el que comprendo y me da todo lo que quiero, sino también en el Padre Omnipotente que todo lo puede y sabe, y quiere lo mejor para mi, aunque muchas veces yo no comprenda.

Hoy digo: "Yo creo en Dios", no solo como el Padre al que le presento mis problemas y le pido veinte cosas, sino como criatura que soy y que simplemente se deja amar. Entendiendo que así como amo a mis hijas, Él, que es Padre de amor, me ama a mi.

Hoy digo: "Yo creo en Dios",  porque he visto su bondad tantas veces. He recibido su misericordia tanto tiempo. He presenciado su providencia durante toda mi vida. He sido testigo de tantas maravillas que la verdad...no tengo otra opción.


Este día oro a Dios para que me permita conocer algo del don de la caridad. Para Él, que es amor, no hay nada imposible. Sé que para eso me entregó los mejores maestros: mi madre María y mi amado Jesús.

Creo en ti, Padre amado que estás en todo y en todos. Ayúdame a mantener siempre viva mi fe, resplandeciente mi esperanza, pero más que nada, Papacito mío, ayúdame a mantener una ardiente caridad.

Nathalie Romero de Grau
Una hija muy amada de Dios,
en el corazón de Jesús.

lunes, 5 de agosto de 2013

El bálsamo de saber que estás conmigo Maestro


Cuando estamos en medio de un apagón, cualquier luz nos ayuda a ver algún camino por el que salir. Por eso es tan importante contar con una comunidad que te ayude a echar pa'lante, que te anime, que te encienda alguna velita. Sin embargo, la mejor luz con que podemos contar es la luz de Cristo.

Escribo estas líneas en medio de un gran apagón, voy con los ojos vendados, mejor dicho ciega. No veo nada. Todo se cae. Es de día, pero esta de noche y lo único que me mantiene es saberme acompañada de Jesús.
Cuán grande es el amor de Dios, que en estos momentos me grita a voces llenas: te amo, estoy contigo.

Muchas situaciones en la vida escapan a nuestro entendimiento, a nuestro raciocinio. Sin embargo, tengo la certeza de que Dios todo lo ve y de que mis oraciones son escuchadas siempre.

El sentido de la vida es Cristo, buscar su voluntad y cumplirla. Una vez se hace esto, todo lo demás, tal como nos dicen las escrituras, viene solito por añadidura. Cuando vivimos sin emplear nuestras capacidades para construir el reino de Dios nos falta el oxigeno. No tiene sentido nuestra vida, todo se vuelve vacío e insípido.
La libertad llega cuando por amor a Cristo y poniendo siempre la mirada en El tomamos decisiones de preferencia: Prefiero hacer esto o aquello por Jesús y un bien mayor. Cuando esa preferencia es libre, es plena y llena de sentido porque el mismo Dios nos da libre selección o albedrío, pues nos ama. Pero eso solo es Dios, solo El lo puede hacer, mas nadie tiene esa capacidad. Las personas somos tan limitadas; y limitadas en tantos sentidos: nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestros defectos, nuestras pequeñas capacidades, nuestro gran ego...nuestro, nuestro.

Se avecina un camino distinto, nos es tan difícil tomar caminos diferentes...lo desconocido, cuanto trabajo nos da!. Espero Maestro no defraudarte, recuerda que soy una barcaza chiquita en pie solo por tu gran amor. Ayúdame a navegar en medio de turbias aguas. Ayúdame a tener la certeza de que el timón lo tienes tu. Aumenta cada día mi fe Maestro, protege mi corazón que solo para ti fue hecho. Sea todo para mayor gloria de Dios, todo absolutamente: las lagrimas, las incomodidades, las impotencias, la tristeza, conviértelo todo en un canto de alabanza para ti Señor de Señores y rey de mi corazón.
Bienvenido sea lo desconocido, lo diferente, lo inesperado.

Los santos son grandes amigos que siempre me han ayudado. Ahora también están a mi lado:

El Señor prueba a sus amigos con las sequedades y tentaciones.

Un alma que no abandona la oración, aunque debiese pasar toda su vida en las sequedades, se verá un día recompensada al cien doblado. (Teresa de Jesús)


NADA TE TURBE

Nada Te Turbe
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

Santa Teresa de Jesús
(Santa Teresa de Ávila)