Monseñor Amancio Escapa: Una Pascua en plena Pascua.
Mes de mayo, mes de nuestra santísima madre del cielo y
encima de esta gracia…en plena celebración de la pascua de nuestro Señor
Jesucristo. – “No podía ser de otra forma”, pensé para mis adentros…
En el día de ayer, viernes cinco de mayo, Compartí temprano este
post en Facebook junto a una foto
familiar:
“Este es un recuerdo de hace un año en la Feria del Libro
Católico. Hoy quiero pedir una oración por nuestro muy querido Monseñor Amancio
Escapa que se encuentra delicado de salud y a quien debemos mucho amor y
entrega; tanto nosotros como familia, como tantos hijos espirituales que tiene
este buen pastor que Dios nos regaló y que se ha entregado a esta isla en medio
del caribe hasta el final de su vida por amor. Dios le regale siempre su paz y
fortaleza. Le queremos “Monse”.
…Unas horas más tarde recibíamos la noticia de que nuestro
hermano, pastor y amigo había partido a la casa del Padre.
Sentimientos encontrados llenaron mi corazón y entre
tristeza, nostalgia y la santa esperanza de los hijos de Dios que se encargaba
de consolarme. Encontré en mi celular una de las tantas homilías nuestro
querido Monse. Era una de las últimas de este 2017, en particular del día
domingo 5 de febrero: “Ustedes son la luz del mundo, ustedes son la sal de la
tierra”; esas palabras de Cristo en los labios de nuestro pastor me dejaron
claro el camino por el cual Cristo quiere que caminemos y a través del cual nuestro hermano, cual vivo
ejemplo y testimonio, caminó.
Cuenta en su homilía que no podemos ser “bombillos
quemados”, que un bombillo apagado no sirve para nada, que esos sólo servían en
su tiempo de juventud para que las abuelitas zurcieran las medias rotas. Que no seamos bombillos encendidos en la
calle, muy serviciales, pero apagados en la casa; que nos mantengamos
encendidos siempre fundamentando nuestras acciones en la palabra de Dios y que
para eso no tenemos que estudiar mucho o cumplir muchas leyes, que eso no es lo
primordial, sino dejarnos transformar por Cristo, por su Espíritu Santo.
Todo el que se ha encontrado con Cristo ha recibido una luz
y es responsable de lo que hace con esa luz. No puede esconderla en una gaveta,
meterla en un cajón o ponerla debajo de la cama; tiene el deber de iluminarse y
de iluminar a otros sabiendo que no es con su propia luz sino con la luz recibida del
mismo Jesús.
El que se ha encontrado con Cristo tiene el deber de ser "sal"
y de llevar sabor al mundo insípido que
está alrededor nuestro, desde nuestra casa y a todos los ambientes.
Monseñor se encontró con Cristo, de eso no tengo la menor
duda. ¿Cómo lo sé?, Porque iluminaba, porque daba sabor, Porque fue conformando
su vida según la figura de Cristo para muchos; por qué se gastó dándose a los
demás: a las monjitas, al Movimiento de Cursillos de Cristiandad, a toda la
diócesis, a las confirmaciones, a los bautismos, a los enfermos… a mi familia.
Amadísimo pastor nuestro… ¡cuánto te voy a extrañar!, ¡Cuánta
falta nos vas a hacer!, Pero sé que contamos contigo ahora desde la eternidad
para ayudarnos a caminar e interceder por nosotros ante el padre, así podremos
caminar aprendiendo de ti a poner nuestro poco de luz y nuestro poco de sal
para construir una sociedad más justa, para construir un mejor mundo, sobre
todo para construir el reino de Dios acompañados por el mismo Dios desde aquí
hasta la eternidad.
Fuiste ejemplo de pastor, conduciéndonos siempre al gran
Pastor que es Cristo. Con una manera única de predicar, una manera única de
decirnos “Dios nos ama”, pero no nos quedemos allí, no nos quedemos con el
mensaje: “Dichosos…bienaventurados…” tenemos que lanzarnos y proyectar ese
reino a los demás; mas esta tarea no hacerla de cualquier manera, sino con un
estilo, el estilo de Cristo: siendo misericordiosos.
Esto me hace recordar estas palabras de la Santa Madre Teresa
de Calcuta: “ Cristo debe ser predicado de tal manera que sepamos decirles a
los paganos que pueden llegar a conocerlo; a los heréticos y cismáticos que
pueden obtener misericordia, y a los buenos y piadosos , que pueden dejarse consumir
por su amor”
Muchas cosas me llamaron la atención de este bello pastor…todas
no las puedo colocar aquí, pero si algunas las voy a escribir:
Su vida de oración:
En todos los actos, antes de todas las misas, se retiraba
unos minutos a orar.
Austeridad:
Sencillo en todas las cosas, sencillo en su vestir, en su
hacer, en su haber. Austero, sin
vanidad.
Servicio comunitario:
Una vida para los demás, así sea en una parroquia humilde o en la catedral.
Siempre estaba para los demás, siempre pastoreaba el rebano del Maestro.
Obediencia:
Plena conciencia de ser miembro del cuerpo místico de Cristo
y de su Santa Iglesia. Obediente a las reglas y designios sin protestar.
Responsable:
Una tarea que a veces iba hasta en contra de su propia
salud. En los últimos días incluso asistía a dar misas teniendo bronquitis y
estando muy mal de salud. Casi teníamos que llevarle a regañadientes en vehículo
de vuelta a su casa, todo por ser responsable con sus obligaciones de pastor.
Generosidad con el tiempo:
“Si”. Esa era su respuesta cada vez que alguien necesitaba
algo como sacerdote: una confesión, una oración, una escucha, alguna dirección.
Siempre disponible, aunque fuera tarde o estuviera cansado.
Sentido del humor:
Como disfrutaba los chistes…y tenía para todos algún nombre cariñoso.
Santidad:
“Ser santos”, diría el mismo Monse, no es más que hacer “extraordinariamente
bien lo que tenemos que hacer”….y así lo hizo todo, extraordinariamente bien y
para gloria de Dios.
Caridad:
Amor, que no es más que gastarse por el otro, amar a los demás.
Él se gastó en nuestro país, vino y se entregó por entero, como Cristo. Dio su
vida por entero al servicio de Dios Padre.
Hoy vives tu pascua, una pascua que nos llena de esperanza,
porque cumpliste con tu misión en el mundo. Hiciste todo lo que tenías que
hacer y no te dejaste nada para ti, lo diste todo Monse. Gracias por ensenarnos
el camino que es Cristo y desde ya intercede por nosotros para poder cumplir también
digna y santamente con nuestra misión hasta que nos volvamos a ver en la Jerusalén
celestial.
Desde el cielo nos animas y gritas “Ultreya”, adelante!, se
puede vivir en santidad. Santos o nada!
Monse …Hasta mañana en la comunion!