Personalmente, uno de los Salmos que mas me llenan el alma. Que alegría contar con tan grande guardián.
Cuando hace falta rezar
Autor: Claudio De Castro
Hace algún tiempo quería escribirte. Escuché en un programa de televisión a una señora
que contaba sobre su esposo, desanimado, sin fuerzas, porque no hallaba empleo.
Pensé mucho en las dificultades que enfrentaba este buen hombre. Como él, somos de barro y en alguna ocasión podremos astillarnos. Y vaya que todo cuesta en esos momentos.
Es entonces cuando conviene recurrir a la oración. Y encontrarnos con Dios. Verlo a los ojos y dejarnos amar, con su amor tierno y profundo. Un amor singular, que no es de este mundo y que te llena de paz.
La oración es el mejor medio para acercarnos al Padre. Yo suelo rezar un salmo, el 120.
Me encanta por su sencillez y la forma como nos enseña a confiar, sobre todas la cosas.
Me levanto temprano, miro al infinito y rezo:
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te aguarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Cuando hace falta rezar
Autor: Claudio De Castro
Hace algún tiempo quería escribirte. Escuché en un programa de televisión a una señora
que contaba sobre su esposo, desanimado, sin fuerzas, porque no hallaba empleo.
Pensé mucho en las dificultades que enfrentaba este buen hombre. Como él, somos de barro y en alguna ocasión podremos astillarnos. Y vaya que todo cuesta en esos momentos.
Es entonces cuando conviene recurrir a la oración. Y encontrarnos con Dios. Verlo a los ojos y dejarnos amar, con su amor tierno y profundo. Un amor singular, que no es de este mundo y que te llena de paz.
La oración es el mejor medio para acercarnos al Padre. Yo suelo rezar un salmo, el 120.
Me encanta por su sencillez y la forma como nos enseña a confiar, sobre todas la cosas.
Me levanto temprano, miro al infinito y rezo:
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te aguarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.