jueves, 4 de diciembre de 2014

¿CAMINO A LA NAVIDAD? … ACTIVA EL GPS CORRECTO

A veces, aun sabiendo hacia dónde vamos, necesitamos activar el GPS para que nos vaya guiando y no distraernos en el camino, equivocarnos y mantenernos enfocados en la meta.

Me parece que en este tiempo de Adviento debemos hacer los mismo, debemos poner el GPS para que nos lleve directo a nuestra meta: recibir a Jesús esta Navidad.

Estamos en la época más hermosa del año. Tiempo de espera en el que aguardamos con alegría celebrar el nacimiento de nuestro Señor, pero ¿saben qué?, muchas veces pensamos: vamos a cambiar, la gente tiene que cambiar, necesitamos un cambio... realmente, los que tienen que cambiar y dejarse transformar somos cada uno de nosotros. Es a nuestro corazón que debe penetrar la luz, los colores y todo lo demás; dejarnos impregnar de la verdadera razón de la Navidad. Todo lo que hacemos, se hace para recibir a Jesús de manera digna, todos los adornos son para EL, y nosotros somos las mejores lucecitas de Navidad, cada vez que iluminamos la vida de alguien, con la ayuda de Dios.

Es fácil perderse en esta inmensidad de ruido, anuncios, marketing…es fácil perder de vista el camino. Si nos buscamos el GPS adecuado, el que viene directo del cielo, alimentado por la gracia de Dios, con ese no nos perdemos. O sea, que es tiempo de buscar incansablemente el sacramento de la reconciliación para que podamos escuchar claramente las señales del GPS, para que nuestro “canal de recepción” este limpio y no entren interferencias.


Encontré estas cinco ideas sobre actitudes del adviento que me parecen interesantes:


LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO


1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.

3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.

4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.

5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

Con estas ideas dispongamos el corazón, la mente y el cuerpo para tener una Navidad plena, llena de Dios. Propongámonos hacer felices quienes conviven con nosotros cada día, con algún detalle y una sonrisa. Tenemos una gran capacidad de amar ya que Dios nos hizo a su imagen, usémosla y veras como se transforma todo tu rededor.


Dios te bendiga.


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