lunes, 25 de mayo de 2015

Revisemos nuestra "brújula espiritual": La Soberbia se viste de bondad

Revisemos nuestra "brújula espiritual"


Parte del Grupo "Discípulos de Jesús"
en el apostolado de la Pastoral de la Salud.
En medio de visitas a los enfermos, el hermano Roque y yo llegamos a una habitación en la que un joven de 17 años era el paciente. Tenía dengue y su madre le acompañaba.
La señora era una mujer de fe, daba testimonio de que ella era fiel creyente de Dios, que oraba y todos los días entregaba su vida a Dios, pero se quejaba de que ella quería que su hijo (el que estaba enfermo), también lo hiciera porque, hasta el momento, no lo hacía.


Le indicamos que “hay un truco, fácil de hacer”:  -"cuando inicies tu día, haz la oración con tu hijo, verás que al cabo de un tiempo, el también rezará contigo".

Caemos en la tentación de vivir nuestra vida de gracia solos, y los que están a nuestro lado, los más cercanos, están áridos como piedras del desierto teniendo un gran manantial de gracia de Dioa al lado de ellos pero nadie se los muestra.

La Sra. Siguió conversando y diciendo, con cara de desagrado y desdén que ella no entiende como hay gente sin fe; que ella no se junta con esas personas puesto que son gente mala, sin Dios y que solo puede estar con las personas que buscan de El.
No les puedo negar que sentí una gran tristeza interiormente porque nuestra iglesia no puede progresar si tenemos posturas de ese tipo. 
Nosotros mismos creamos a veces unas paredes muy altas para los demás que no les permiten ver a Cristo en todo su esplendor.

El plan de Dios no es que estemos solamente con quienes nos caen bien y encima de eso nos sintamos “casta elegida y privilegiada” por aquel "poco" que hasta ahora sabemos . La soberbia en el corazón del hombre hace un gran daño a nuestra alma y lo malo del caso, es que ciega nuestra capacidad de abrirnos a la verdad de las cosas.

Conocer las cosas de Dios es un privilegio y es también una gran responsabilidad pues “al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”. (Lucas 12,48)


Vivir cristianamente es un don y como don al fin, debemos compartirlo sobre todo con nuestros hijos, hermanos, padres, esposos, sino… se convierte en un accesorio estéril en nuestra vida que no florece y por tanto, no da frutos.

El cristianismo no se vive sentado en un banco. El cristianismo se nutre de los sacramentos y se alimenta de la eucaristía. Entramos a la iglesia a amar a Dios, no hay duda!, pero tenemos que salir a amar a los hermanos. ¿Acaso veíamos a Cristo sentado solo en las sinagogas?…Él estaba muy claro y nos dejó su doctrina clarísima.
"Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". (Lc. 11,28)

Pidamos a Dios la gracia de ser siempre portadores de su mensaje de esperanza sobre todo a aquellos que Él ha puesto cerca de nuestras vidas, amén.

Dios les bendiga.
Una hija amada de Dios,
Nathalie Romero de Grau

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