Hace un par de años escribí esto:
“Ha sido tanto lo que recibo que no tengo
como agradecer a Jesús, Comenzando por la Comunión: Tener el cuerpo de Cristo
en las manos, ¡eso es un milagro! A veces me quedo mirándolo y le digo:
"¡Ay Dios mío, si te mirara como en realidad eres...quedaría ciega!".
Ver tantas almas necesitadas, ver el dolor,
la miseria humana me hace valorar todas las cosas que tengo, soy rica, somos
ricos, tengo manos, pies, ojos, respiro bien, puedo comer, caminar....”
La
verdad creo que me quede corta…Antes de iniciar mi testimonio quiero dejar
claro lo que es un efecto colateral y la diferencia con respecto a los efectos
secundarios:
Cabe aclarar que el efecto secundario por definición es negativo. Mientras que se podría llegar a definir como efecto colateral a un efecto benéfico sobre un área no focalizada del cuerpo.
Tengo
que añadir hoy que estar en contacto con la Santa Comunión tiene unos efectos
colaterales que hay que tomar en cuenta:
-Sensibilidad palpable a las situaciones
de necesidad de los hermanos. Muchas veces de gente que nunca has visto en la
vida.
-Mareos y dolor de pecho (de corazón) por las obras mal hechas o por los momentos de debilidad
cometidos.
-Una alegría inmensa de trabajar en la
viña del Señor.
-Crecimiento inexplicable de las
virtudes de la Fe y de la Esperanza.
- Positivismo contagioso. Las sonrisas se vuelven pegajosas.
-Aumento del deseo de recibir la
absolución en el sacramento de la reconciliación.
-Agradecimiento creciente y concientización sobre las bendiciones y gracias
recibidas.
-Convencimiento de que todo es Gracia y de que Todo cuanto es bueno
viene de Dios.
- Calor abrazador en el área del corazón que se distribuye en todo el ser.
-Pérdida de peso súbita. Ligereza en el cuerpo, pareciera estar flotando en el
cielo.
-Tener
la gracia de “ver al Señor” trabajando
en persona.
De
seguro hay muchas otras de las que aún no me percato.
Hermanos,
si ustedes tienen, igual que yo, el
privilegio de llevar la Santa Comunión a los demás hermanos sepan que hay efectos colaterales y que son
progresivos mientras se está ejerciendo este ministerio.
Tanto quien come el cuerpo de Cristo como
quien lo entrega y lleva en sus manos nunca queda igual; porque quien se topa con Cristo nunca regresa igual y su
Gracia va penetrando todo nuestro ser.
Solo
me queda decirles que visitemos nuestro Señor en el Sagrario, Él nos espera.
Dios
te bendiga.
Una
hija amada de Dios,
Nathalie
Romero de Grau
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