miércoles, 26 de marzo de 2014

Me tocó cargar a Jesús…

El Domingo cuando salí al apostolado de las visitas a los enfermos, una de mis hijas se despierta y me pregunta, ¿a donde vas?, le respondí "Voy a ver a Jesús".

Lo que en verdad nunca imaginé cuando le dije eso a mi hija, era que ese día, realmente no solo vería a Jesús sino también que me iba a tocar cargarlo.

Aunque les tengo que confesar que realmente me cuesta levantarme temprano, después que estoy en pie, el mismo Espíritu junto a la providencia del Padre se encargan de llenarme de alegría en esta misión.
Pocas cosas en la vida estoy dispuesta a negociar. Esta es una de ellas.

Resulta que en una de las habitaciones de la cuarta, estaban 2 ancianitas hermanas, venían desde lejos; habían llegado la noche anterior. Una de las hermanas  llego con el azúcar en 400, increíble!; el asunto es que debido a su salud, estaba muy inquieta, por su misma condición, sufría de incontinencia de orina, tenía un pañal desechable al que no le cabía mas pipí y estaba llena de calor y dolor. Cuando pasé por su puerta y vi su condición desde el pasillo, le dije a Jesús: "ven conmigo, entra primero para ver lo que podemos hacer".

Todos somos hijos de Dios y como tales tenemos que asegurarnos de que nuestros hermanos vivan dignamente. No les voy a negar, que cuando entras en la miseria humana, esa en la que todos en algún momento podemos estar; Esa que algunas veces es pobreza económica y que otras es la peor de las pobrezas: la del corazón; Cuando te ves frente a esa miseria, llena de malos olores, de necesidad, de un "tengo sed", "tengo hambre" que te retumba en el alma, ese encuentro no es fácil. Ese encuentro produce en ti grandes frutos: agradecimiento, compasión, misericordia, entendimiento, comprensión, amistad entre muchos otros.



¿Porqué los produce?...porque  tienes que vaciarte de ti  totalmente y dejar que sea Cristo quien ocupe ese lugar. Cristo y sus sentimientos. Por eso, cuando quitas del medio tu egoísmo, tu vanagloria, tu comodidad, tu orgullo y abrazas tu libertad propia de los hijos de Dios…entonces esos frutos pueden empezar a nacer.
Pues les digo que al entrar en la habitación y ver la necesidad no me quedo más remedio que actuar. En ese momento no tenia mas ropa para ponerle. No andaba con dinero para dejarles.  Llamé a la enfermera, un alma piadosa buscó un pañal limpio. Como la enfermera era de pequeña de estatura no podía con la ancianita y su hermana también era muy anciana, así que hice un acuerdo con ellas…como todos los dones son para usarse y a Dios le pareció bien hacerme grandota, la pasé de la cama sucia a la cama limpia y entre quejas de la hermanita, su piel arrugada, su rostro envejecido y sus lagrimas …por un momento pensé que cargaba al mismo Cristo. 

¡Oh Maestro!, como eres de esplendido a veces que te haces el encontradizo cuando menos lo esperamos. Desde el pasado Domingo, no he podido olvidar tu rostro.

No podemos esperar llamarnos cristianos y no amar a los hermanos. Jesús vivía entre los pobres, entre los enfermos, entre los necesitados y sin embargo cuando vemos algunas de esas páginas dolorosas en la biblia las pasamos rapidísimo de largo porque solo nos interesa el "pide y se les dará”, " la resurrección"  y  "el ciento por uno"…no hermano, no hermana…volvamos a lo esencial, volvamos al amor. Todo eso está bien…pero el cristianismo no es solo un pedacito de la doctrina, un pedacito del evangelio…es todo.

Como dice el Papa Francisco:
"Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo".

Dios te bendiga!

Una hija amada de Dios








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