miércoles, 9 de julio de 2014

¡La iglesia está viva!. Dios sigue llamando al corazón del hombre HOY.

La noche de ayer aprendí  tantas cosas.

Mi esposo y yo asistimos a unas conferencias de Santa Teresa de Jesús en nuestra Parroquia, cuando entramos a la iglesia,  me le adelanté para guardar un lugar y me senté delante de unos jóvenes seminaristas amigos, carmelitas descalzos. Les dije, “me siento por aquí para que se me pegue algo bueno”, a lo cual uno de ellos,  sabiamente contestó: - Si por "algo bueno" es, sentémonos mejor todos hacia allá (señalaba el Santísimo), que ahí sí que está lo bueno. 
Me sonreí  y le contesté: “¡tienes  toda la razón hermano, ahí sí es verdad que esta lo mejor del cielo y la tierra!

Pasado los primeros minutos, como aun la conferencia  no iniciaba, curiosa, les pregunté: “¿Cuéntenme algo, cómo les ha llamado el Señor, cómo ha sido su encuentro con EL?”
Ellos sonriendo y brevemente, me dijeron que a dos de ellos la llamada la habían recibido en una Novena a través de unos hermanos que les confirmaron y les animaron en su vocación. El tercero de los hermanos me indicó que desde pequeño tenía el deseo de pertenecer  y conocer de Dios y que también recibió la confirmación a través de un hermano.

Hermanos Daniel, Cesar y Jose Manuel en P. San Judas Tadeo

Los hermanos Cesar, Daniel Y Jose Manuel, son elegidos de Dios para cumplir con la misión de ser sus sacerdotes aquí en la tierra, tienen una gran responsabilidad que con la ayuda de Dios, podrán lograr. Necesitamos sacerdotes santos. Nuestra iglesia necesita de hombres que se entreguen y den su vida por el evangelio. Sus respuestas me llamaron la atención porque el Señor, utiliza siempre a sus hijos para colaborar con su plan, fíjense como otros hermanos les invitaron y animaron en su momento.
Que gusto me dio ver estos jóvenes, entregados, felices, dispuestos a seguir la voluntad de Dios.
Cuando me presentaron a Cesar que es el más joven de los tres, me dijeron…-“se lo presentamos para que ore por El, tiene esa tarea”; Y por supuesto que todos debemos de orar por las vocaciones y todos los sacerdotes, empezando por nuestro Papa Francisco, así como oramos por nuestros esposos, esposas, hijos, hermanos, familia, amigos; ellos también necesitan de nuestra oración pues somos un solo cuerpo en Cristo Jesús.

La palabra de Dios dice hoy en el evangelio (San Mateo 10, 1-7) que Jesús envió a sus apóstoles y les dio una misión y poder. Los menciona por sus nombres. El día de hoy, de la misma manera llama hoy a estos hermanos y a muchos más a servirle y llevar a cabo su misión: La salvación de todos los hombres .

Un sacerdote es un elegido por Dios que  nos trae el mensaje de salvación, paz y gozo a nuestras vidas. Maestro, yo quiero pedirte  que así como enviaste a tus doce apóstoles a buscar a las ovejas perdidas, hoy me ilumines para conocer y cumplir mi misión aquí en la tierra. Enséñame mi lugar dentro de tu plan y  ¿cuál es tu voluntad en mi vida?.

Esta reflexión del Papa Francisco, que me envía mi amiga Luisa, viene como anillo al dedo: “La Iglesia es apostólica porque es enviada a llevar el Evangelio a todo el mundo. Continúa en el camino de la historia la misma misión que Jesús confió a los apóstoles: "Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". ¡Esto es lo que Jesús nos dijo que hiciéramos! Insisto en este aspecto de la actividad misionera, porque Cristo invita a todos a "ir" al encuentro de los demás, nos envía, nos pide movernos para llevar la alegría del Evangelio!
Una vez más debemos preguntarnos: ¿somos misioneros con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestra vida cristiana, a través de nuestro testimonio? ¿O somos cristianos encerrados en nuestro corazón y en nuestras iglesias, cristianos de sacristía? ¿Cristianos solo de palabras, pero que viven como paganos? Debemos hacernos estas preguntas, que no son un reproche. Yo también, me lo digo a mí mismo: ¿cómo soy cristiano, realmente con el testimonio?»  (S.S. Francisco, 16 de octubre de 2013).

Gracias te doy Padre por todas las almas que llamas a trabajar como sacerdotes, te pido especialmente por esos corazones que te están reservados desde el principio y aun no se deciden. Llena de tu Santo fuego su corazón para que puedan decidirse por ti y sepan escuchar  y atender tu llamado. Te presento también los que ya te escucharon para que les regales las gracias necesarias para perseverar hasta el final y te presento finalmente a los sacerdotes que ya tienen algún tiempo y tal vez se han enfriado en las cosas tuyas, infúndeles tu Espíritu para que renueven sus fuerzas y cada día les sea más clara la meta y el llamado a la santidad.

¡Verdaderamente está viva la Iglesia!. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” Mateo 16, 18 Y  ¿saben qué?, yo le creo.

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