No puedo decirles todo acerca de mi abuelita, es imposible en dos o tres oraciones definirla, sin embargo les voy a regalar algunas pinceladas que llevo en mi corazón:
La alegría de saberse hijos de Dios, solo puede venir de un corazón que verdaderamente conoce y ha tenido un encuentro con Dios.
En cursillos decimos que necesitamos conocer a Dios para poder amarlo, pero también para lograr, entre otras cosas, cuatro objetivos fundamentales:
• Ser verdaderas Mujeres
• Ser verdaderas Cristianas
• Ser Apóstoles
• Ser Santas
Y cuando miraba ayer hacia el féretro de mi abuelita, me decía para mis adentros. “Verdaderamente Tata tenías ese conocimiento de Dios en todas las cosas, a flor de piel, porque fuiste verdadera mujer, verdadera cristiana, apóstol y santa”.
La grandeza del evangelio es que una vez te penetra se vuelve… ¿cómo diríamos en este tiempo?... se vuelve “viral”, contagia.
Y ese contagio es tan fuerte que generaciones completas se llenan de tu vida de fe y de tu esperanza.
Ayer fui testigo de eso. Testigo del amor de Dios que penetró tan hondamente en el corazón de Tata y como ella, con su vida y a través de sus obras nos transmitió, de alguna manera, su alegría, su esperanza, su amor que no era más que el amor que recibía del Padre.
Vivir una vida eucarística, una vida sacramental, una vida piadosa…más allá de los ritos, los símbolos y los aspectos visibles de la fe hace que el alma se eleve cada vez más cerca de Dios. Hace que el Santo Espíritu more con más fuerza cada día y llene e ilumine los rincones de nuestra alma, llevándonos en una aventura indescriptible: llevándonos al plan de Dios.
¿Testimonios?...son muchos.
Una mujer inteligente, escogió la mejor de las armas para la lucha: la oración.
Y de todas las herramientas, las dos más poderosas: la Santa comunión y el Santo Rosario. Incontables los testimonios de batallas ganadas por la intercesión de la Madre Santísima e incontables las suplicas hechas con confianza a nuestro Señor Jesucristo y su Misericordia.
98 años llenos de amor: ¡Que hermoso tesoro para llevar entre las manos al cielo y presentarlo a nuestro Padre!. La plenitud que se debe sentir al vivir una vida, según la voluntad de Dios, es realmente un consuelo para quien la vive y para quienes le rodeamos. Es un “orgullo” muy callado en el alma, que aflora al saber que una vida santa pasó por nuestras vidas y hoy regresa a su creador.
Sabiendo que estamos de paso y luego nos volveremos a encontrar, tenemos la gran misión de seguir tan grandes pasos…
Justo ayer era día de Santa Mónica, y como esa santa precisamente vivió Tata, intercediendo por todos nosotros, hijos, nietos, esposo, sobrinos, vecinos…por todos sin excepción. Me parece verla haciendo su rosario sentada.
El Señor es mi luz y mi salvación, decía el salmo que leímos y por un momento me pareció escucharla a ella misma recitarlo porque esa era su bandera y su escudo.
Cada día me convenzo de que el amor se manifiesta en los detalles: los abrazos, las sonrisas, las caricias; las comidas, las costuras, el quesito que ponías en la mesa, las albóndigas que hacías en las comidas, el casabe, las habichuelas, las oraciones…¡cuantos detalles tuviste con todos nosotros Tata querida!.
Al terminar de llevar tu cuerpo a la tumba, pasamos por tu casa. La verdad no quería irme sin llevarme “algo” tuyo. Tome una batica que aún tiene tu olor y mi madre y mi tía me regalaron un “tesoro”…el ultimo rosario que usabas todos los días. Verde, como la esperanza; con el rostro de Cristo Jesús, nuestro redentor. ¡Oh que gran emoción!, ¡que regalo tan preciado, que tesoro me han regalado!.
Por un momento me pareció que recibía como si estuviera en una competencia de relevos el cilindro ‘testigo’…me pareció que me decías..: “te dejo lo más preciado, la compañía de mi Madre María. Sigue ahora con mis quehaceres. “¿Podré Tata bella?, es increíble que aun yéndote, me dejas con la mejor compañía.
Pero, ¿sabes Tata?, no es el rosario, ni la batica, o las cosas que dejaste. Me quedo con lo más importante, me quedo con el amor, la entereza, la honestidad, me quedo y nos quedamos todos con tu vida completa, tus ejemplos y vivencias. Esas nunca se van.
Madre teresa decía que nosotros somos el evangelio de los que no conocen las escrituras. Sin lugar a dudas has sido evangelio vivo para todos nosotros. Has alimentado nuestra fe, nos has conducido al conocimiento de Dios y has sido apóstol de Cristo resucitado. Un apóstol no es más que quien se sabe llamado a comunicar la buena noticia y lo hace; y en tu familia y en todos los que te conocían, tenías un amplio terreno de trabajo que cultivaste del que hoy se recogen frutos por granel.
Nos queda una gran tarea: la de seguir tu ejemplo. Cada uno donde nos corresponde, aprendiendo de tu legado y esforzándonos por conocer y ser cada día más cristianos…que simplemente quiere decir, más santos. Con la ayuda de Dios y tu intercesión desde el cielo, sin duda será más fácil la tarea.
Me despido con una frase de cursillos que sé comprendes a plenitud:
“Muy querida Tata, hasta mañana en la comunión”
"Algunas personas SOLO conocerán el evangelio de tu vida, procura entonces que tus acciones puedan mostrar por lo menos una partecita de la bondad de Dios."