Después que conocemos a Cristo, es difícil dejar que las cosas sigan igual porque todo cobra un sentido diferente. Casi estamos en el mes de Febrero, mes de la patria y mes del carnaval en el que tantas personas se disfrazan. Sin embargo, hay cristianos que parecen que viven en carnaval 24/7. Dicen tantas incoherencias y las repiten tantas veces que llegan a creérselas como “verdad”.
No es una ni dos las veces que lamentablemente escuchamos comentarios en las calles: -“hay pero mira a fulana….tan santica que se ve en la iglesia y mira como está ahora acabando con medio barrio”, o bien “…nunca me imaginé que fulano fuera así, es que el visitaba la iglesia siempre” y muchos comentarios más, que a veces no sé si son más una excusa para hacer lo que nos da la gana o bien una radiografía de lo que está pasando. La coherencia se ha convertido o mejor dicho la quieren convertir en la utopía del cristianismo.
“Más se le exigirá a quien más se le ha dado” dice Cristo y hoy nos repite que la luz se enciende no para ponerla debajo de la mesa sino para iluminar a los demás. Hay una pregunta, una muy comprometedora pregunta que se nos hará al final de esta vida: “Ustedes los que ven, que han hecho con la luz”. Tantas veces nos preocupamos de asistir a talleres, aprender, hacer obras, asistir a uno que otro retiro ( y me parece genial hacer todo eso), pero lo hacemos para que nos vean, para aparentar lo que no somos, para poder tener licencia de atropellar a los demás encerrados en nuestra “cajita de cristal”, en nuestro mundo perfecto, en el que somos los reyes y como “yo soy taaaan bueno”, cumplo con mi deber, puedo hacer lo que se me venga en gana y luego tomarme una aspirina espiritual, hacer las paces con Dios y que siga la rumba.
La honestidad y la coherencia viajan juntas y quien es necio, orgulloso, envidioso no se parece a ellas, al final dice un refrán que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Ahora, también está claro que existe la misericordia de Dios, que siempre anda de mano con la esperanza y la providencia, pero para ella trabajar tenemos que dejar las caretas abajo, hay que dejarlas y poder decirle a Dios: “Mírame, ten compasión de mí, soy un pobre pecador, quiero hacerlo mejor pero no puedo”; si no lo hacemos así y seguimos jugando a las caretas, quien está jugando con nosotros y entreteniéndonos para que se nos pase el tiempo es Lucifer, el PADRE DE LAS CARETAS.
Esa compasión y misericordia de Dios siempre me ha conmovido porque a pesar de nuestra pequeñez Él nos ama y nos busca hasta el último momento. Así lo hizo cuando estaba en la cruz y a su lado el ladrón arrepentido mostró arrepentimiento y Jesús, lo perdonó. Siempre recuerdo este pasaje porque me conmueve el Señor, hasta el final perdonó….más he aprendido que para hacerlo debía haber alguien que quisiera recibir ese perdón.
El Señor nos hizo y conoce los corazones. Ojala decidamos vivir en su presencia y dejar tantas caretas que solo nos causan daño a nosotros y a los demás.
Dios les bendiga.
Una hija muy amada de Dios
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