miércoles, 21 de septiembre de 2016

Labor titánica: Descubrir la voluntad de Dios

Descubrir cuál es la voluntad de Dios en mi vida es labor titánica puesto que implica enfrentarme conmigo misma y desde ahí tengo problemas porque al ser limitada entran en juego mis egoísmos, preferencias y gustos; de ahí que nos diga San Pablo “no saben pedir como conviene” en la oración. Es lo mismo que decir “no sabemos discernir la voluntad de Dios, pedir y elegir bien”. Somos seres libres y sin embargo elegimos el cautiverio por voluntad propia: presos de nuestros miedos, de nuestras miserias, inseguridades; presos de nuestras carencias porque no las terminamos de entregar a Dios, presos de nuestros razonamientos…parcializados con nuestra propia naturaleza e inclinados a nuestra comodidad.


Feliz el alma que sabe elegir, con la ayuda de la gracia de Dios, lo mejor. Dice San Ignacio de Loyola que debemos elegir siempre lo que de mayor gloria a Dios; definitivamente solo confiando en los planes de Dios en mi vida podemos vivir alegres, “a pesar de” y en cualquier momento, porque quien confía y entrega su vida a Dios sabe que en todo momento es protegido y cuidado por El. Dios nos de la gracia de elegir siempre el bien y buscar con rectitud su santísima voluntad.


Es necesario tener una fidelidad real y al mismo tiempo ser realistas en un mundo en el que nadie es perfecto, comenzando por mí. No se trata de conocernos para ser perfectos, cuidado con esa falsa premisa. Se trata de conocernos para vaciarnos. Conocer nuestra limitación y nuestra iniquidad, primero para dejar que Dios me moldee, me pula y segundo para vaciarme y este quedarnos vacíos tiene dos vertientes: vaciarnos de todo lo que no es de Dios para que El llene nuestra vida y por otra parte vaciarnos como entrega generosa a los demás porque dentro de la pedagogía de Dios nosotros no aprendemos solos, sino en comunidad y lo he podido palpar en muchas cosas, hasta en las más simples…hasta en un “jabón” dentro de un cursillo. (Una historia hermosa de dos hermanitas que cayeron en un cuarto juntas y una de ellas tenia recursos pero la otra era más humilde de condición y de esa manera creativa junta Dios a sus hijos para mostrarles, porque de otra manera nunca se hubiese dado, la importancia de valorar las cosas y no dar por sentado nada de lo que tenemos. Siempre muestra su gracia sin egoísmos, El Señor es muy generoso. Lo hace unos con otros, pero a veces tardamos mucho en responder o en abandonar nuestras comodidades y miedos; a veces nos entra la vanidad y la soberbia no nos deja ver más allá de nuestras narices, nuestras limitantes y somos incapaces de admitir con humildad que todo lo recibimos de la providencia divina. La perfección cristiana es de valientes porque implica dejar a Dios ser Dios y dejarnos transformar por El, según su voluntad.
 


Mientras más perfectos, más imperfectos somos. Parece una paradoja…pero es así. ¿Más conoces?...más te entregas, es una fórmula que no falla. El mundo está lleno de matices, así también es la búsqueda de la voluntad, no existe una varita mágica, vamos aprendiendo en el camino. Lo importante es elegir siempre lo que está más apegado a la verdad, al bien que de mayor gloria a Dios…ya con eso tenemos bastante trabajo porque cuesta. La buena noticia es que el Santo Espíritu nos brinda su auxilio y nos defiende hasta de nosotros mismos.

Estamos llamados a construir el reino de Dios aquí. En donde estemos y desde nuestro puesto hoy más que nunca el mundo necesita testigos. Solo un testigo del amor de Dios, alguien que ha tenido la experiencia de Dios puede darlo todo por El, puede salir a la calle, entregarse a los hermanos, comprender sus limitaciones, entender su pobreza (ya sea espiritual o material) y servir a los enfermos. Pidamos la gracia de encontrarnos con Jesus cada día: Camina conmigo Señor, camina conmigo. Sé que si tu vienes, será más llevadero y feliz mi camino.

Eterno Señor,
y Creador de todas las cosas:
Seguiremos buscando fronteras,
para superarlas
con tu Palabra
que tira muros,
que ofrece puentes,
que forja encuentros.

Nuestra casa, el mundo,
nuestro más, tu reino.
Pidiéndolo todo
nos llamas de nuevo.
Prometes hacer
de nosotros fuego.

 Así que arderemos,
si Tú eres la lumbre
de hogueras que pongan
calor en el frío,
fulgor en las brumas,
de noche, sosiego.

Tras tu huella iremos,
dejando olvidados
lo malos amores,
intereses grises
y quereres ciegos.
 

Por bandera, un todo,
por causa los pobres,
por fe, tu evangelio.
Con los pies de barro
y la vida en juego
nos basta tu gracia
para alzar el vuelo.

(José María Rodríguez Olaizola, SJ)

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