martes, 1 de noviembre de 2016

Solo los santos cambiaran el mundo: Todos estamos llamados a la santidad

¡Ay Dios mío!, entre el amor de mi vida que esta de cumple y el día de todos los santos, estoy tan contenta!!!!. El tema de la santidad, me causa tanta alegría interior que no tengo explicación para dar. Es como si al pez le hablaran del agua, al pájaro del aire, al mono del maní y así...mi corazón se alza e hincha de amor...no porque sea santa.. ¡ja!, … ¡para nada!....(Dios mío que estoy tan lejooooossss), sino porque ese es el deseo de nuestro Padre del cielo. Y cuando veo tantos y tantos que tratan de vivir santamente, haciendo el bien, entonces digo, bueno..."dale Nathalie, si ellos pueden, Dios también te ayuda"...Me considero la más chiquita, impaciente, de todos en la tierra; sin embargo, mi consuelo es que el Maestro sale a buscar su ovejita cada vez que se sale del redil; el Maestro me arrulla con hermosas palabras diciendo "bienaventurados los que trabajan por la paz, porque de ellos es el reino de los cielos", "bienaventurados cuando les ataquen por mi causa"....oh Jesus...como cambias los corazones...como mueves mi corazón.

Todos estamos llamados a la santidad. Mira este video!, descubre que es para ti. En la cotidianidad de cada dia, co nla ayuda de Dios, podemos ser Santos!



¿Qué quiere decir ser santos? Un video sobre la santidad y los santos de hoy
«Queridos hermanos y hermanas:

En las audiencias generales de estos últimos dos años nos han acompañado las figuras de muchos santos y santas: hemos aprendido a conocerlos más de cerca y a comprender que toda la historia de la Iglesia está marcada por estos hombres y mujeres que con su fe, con su caridad, con su vida han sido faros para muchas generaciones, y lo son también para nosotros. Los santos manifiestan de diversos modos la presencia poderosa y transformadora del Resucitado; han dejado que Cristo aferrara tan plenamente su vida que podían afirmar como san Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20).

¿Qué quiere decir ser santos? ¿Quién está llamado a ser santo? A menudo se piensa todavía que la santidad es una meta reservada a unos pocos elegidos. San Pablo, en cambio, habla del gran designio de Dios y afirma: «Él (Dios) nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor» (Ef 1, 4). (…) La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: «Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo» (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: «Viva será mi vida llena de ti» (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: «En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria» (Lumen gentium, n. 41).

Pero permanece la pregunta: ¿cómo podemos recorrer el camino de la santidad, responder a esta llamada? ¿Puedo hacerlo con mis fuerzas? La respuesta es clara: una vida santa no es fruto principalmente de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces santo (cf. Is 6, 3), quien nos hace santos; es la acción del Espíritu Santo la que nos anima desde nuestro interior; es la vida misma de Cristo resucitado la que se nos comunica y la que nos transforma. Para decirlo una vez más con el concilio Vaticano II: «Los seguidores de Cristo han sido llamados por Dios y justificados en el Señor Jesús, no por sus propios méritos, sino por su designio de gracia. El bautismo y la fe los ha hecho verdaderamente hijos de Dios, participan de la naturaleza divina y son, por tanto, realmente santos. Por eso deben, con la gracia de Dios, conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron» (Lumen gentium, 40). La santidad tiene, por tanto, su raíz última en la gracia bautismal, en ser insertados en el Misterio pascual de Cristo, con el que se nos comunica su Espíritu, su vida de Resucitado. San Pablo subraya con mucha fuerza la transformación que lleva a cabo en el hombre la gracia bautismal y llega a acuñar una terminología nueva, forjada con la preposición «con»: con-muertos, con-sepultados, con-resucitados, con-vivificados con Cristo; nuestro destino está unido indisolublemente al suyo. «Por el bautismo —escribe— fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos (…), así también nosotros andemos en una vida nueva» (Rm 6, 4). Pero Dios respeta siempre nuestra libertad y pide que aceptemos este don y vivamos las exigencias que conlleva; pide que nos dejemos transformar por la acción del Espíritu Santo, conformando nuestra voluntad a la voluntad de Dios.

Mauricio Artieda


http://catholic-link.com/2011/10/26/ser-santos-video-santidad-santos-hoy/

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