No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.
Limpiando el closet y organizando en casa, me topé con la foto de mi cursillo. La verdad es que detuve todo lo que estaba haciendo y me quedé mirándola, recordando aquel santo fin de semana. Miraba las caras de todas mis hermanas, las caras del santo equipo de trabajo que Dios destinó en su providencia ese fin de semana y pedí a Dios, como tantas veces, que les bendiga y siga sosteniendo en sus vidas, su apostolado, su entrega.
-Cuanto Señor has hecho en mi vida…pensé para mis adentros y paso seguido, se lo dije a Jesús…cuantas bendiciones, regalos tienes para mi cada día. De pronto, me di cuenta de algo: realmente NUNCA he salido del cursillo. Mi vida, que dió un cambio radical, junto a toda la de mi familia, la he vivido y la vivo dentro del cursillo todos los días. Por supuesto que salimos de los límites físicos, pero toda la gracia recibida, todos los medios, todas las herramientas, el Cristo que nos convocó, salvó y salva cada día, viene conmigo. El Kerigma, la buena noticia recibida sigue brotando y creciendo.
Al terminar aquel santo cursillo, recuerdo que al ponerme de pie en la clausura, crucifijo en mano, temblando, llorosa pero feliz termine con el grito de Manolo, que en medio de culatazos ha cambiado la vida de miles y miles de hermanos, incluyendo la mia: “Cristo y yo, Mayoría Aplastante”….me di cuenta de que ese grito, profundo, convencido y santo, viaja con nosotros siempre y encierra entre muchas otras cosas, tres momentos importantes: El grito de Cristo en la Cruz, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”, grito que también compartió Esteban al momento de su lapidación…el amado San Esteban, (Dijo Esteban: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado.” Todos se salvaron, incluso, San Pablo. – esta frase la tomé del Padre Yorky de un estado de redes- ); La súplica de Jesús en el monte de los Olivos: “hágase tu voluntad y no la mia” y el sermón completo de Las Bienaventuranzas de Jesús que tanto consuelo, paz nos trae, al mismo tiempo que nos compromete a amar a todos.
Recordé que en esa clausura, ardía mi corazón y tenía tantas pero tantas ideas en mi cabeza que solo pedí al Señor me guiara en su voluntad. Han pasado unos cuantos años y me sorprenden mucho los caminos recorridos, pero todos y cada uno de ellos, hemos ido guiados por el mismo que nos convocó desde la eternidad, para ser felices y caminar con El. Puedo afirmar que hoy, mi esposo y yo, vivimos llenos de los más hermosos colores, así llueva, truene o tiemble la tierra, todo eso por misericordia de Dios; Recordé también que la rectora de mi cursillo nos dijo que ese fin de semana llenaría de ideas nuestra cabeza y el corazón de fuego para llevar a la práctica esas ideas….esa es la clave, pensé…es que si nos hubiésemos contentado con solo escuchar el mensaje y no vivirlo plenamente, hubiésemos muerto en el camino.
Al recibir este tesoro tan grande, sabernos perdonados, redimidos por Cristo, hemos de movernos y hacer como Santa Maria al recibir el saludo del ángel, hay que pasar de la anunciación a la visitación. Debemos de movernos porque si no nos movemos, todo se paraliza, hasta nuestra vida de gracia y sería muy lamentable que después de recibir esta noticia que nos salva, nos perdiéramos entre tonterías. Este mes del amor, quiero renovar el verdadero y único primer amor, que no es más que el amor inefable de Dios, que nos amó primero; por este amor somos capaces de amar a los demás, por este amor, tenemos vida eterna.
Dice Santiago "Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos. El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se miraba, se iba y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario, el que fija su atención en la Ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla." …termina Santiago diciendo, serás feliz y esa es una gran verdad. Somos felices porque al llevar la palabra a la práctica evidenciamos que Cristo vive, que somos nosotros incapaces de amar con aquel amor tan fino, tan perfecto que viene solo de Dios, pero que en medio de la circunstancia en que estemos y en cualquier ambiente, es esa palabra recibida la que nos capacita para hacer el bien. Confiemos en El, que nos llama e impulsa, vivamos cada día con la alegría del anuncio de ese amor primero y diciendo como San Pablo, en cualquier circunstancia: me basta tu Gracia.
Dios te bendiga
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