¡Había escuchado muchos nombres para Jesús, muchos!, pero
este me dió tanta alegría, que no puedo dejar de compartirlo.
En las visitas a los enfermos del hospital Central, como
siempre, uno va a servir y resulta que quien sale fortalecido es uno, ¿cómo? , ¡misterio de Dios!.
Pues bien, mi compañera en el apostolado del día de hoy era
Daviela, quien decidida y valientemente ha acogido en su corazón este llamado
de Dios. Estábamos haciendo la visita a la quinta planta y al entrar en una de
las habitaciones encontramos una "doñita" de unos setenta y pico años, morena,
con una linda bata rosa y todo el pelo blanco de canas que al nosotros decir: “Somos
del ministerio de la salud y venimos a traerles
la comunión y a orar por usted”, ella dijo llena de alegría “¡Ay, vienen de
parte del Rubio de Nazareth!". Cuando escuchamos eso, Daviela y yo nos reímos al mirarnos….¡qué ocurrencia!, ¡cuánta intimidad!, pensé . Cuando le tienes un apodo a alguien es porque le
tienes cariño, es tu pana, tu amigo, tu "canchanchan"…como quieras llamarle.
La "doñita" siguió diciendo: -“El flaco”, le llama mi hija…, ella me
dice, mami ,estoy hablando con “El flaco” y seguimos riéndonos. Bueno…le dije,
no sé la verdad si flaco, flaco, porque Jesús siempre estaba en una “comelona”
y con sus amigos. - "Ay si, me dijo ella, eso es verdad, El tenía su grupito, ¿cómo era que se llamaban?";
-“Pedro, Santiago y Juan” le dije, esos eran los que se
llevaba aparte siempre.
-“Mire, yo me pongo a leer la Biblia y encuentro maravillas de ese “Rubio”: ...que caminó sobre las aguas del mar…¡usted sabe lo que es eso!…y llamó a Pedro y Pedro se empezó a undir y Jesús le dijo, “Hombre de poca fe”…seguía la Señora emocionada…¡ay!,
suspira, El es maravilloso”.
-“Yo doy gracias a Dios por todo” dijo y ya cuando nos marchábamos, su hija que estaba en la habitación y ella nos echan una bendición y nos dicen: “Dios las bendiga, que bonita labor y que bonito mensaje. La alegría se ve en
sus rostros, sigan así Qué bueno es tener gente joven respondiendo a Dios y
trabajando para El. Hay mucha gente que dice, "yo me voy a dedicar después a hablar de Dios, cuando yo este viejo". Así Jóvenes, con fuerza, que bonito se ven”
Ante palabras tan bonitas, solo dimos las gracias y nos
animan a comprometernos más. En realidad es como la parábola de la viña, El
Señor SIEMPRE esta llamando, a todas horas del día a unos mas tarde a otros
mas temprano, lo importante es, una vez somos conscientes del llamado, responder
y tomar acción, no solo quedarnos en lo “bonito” del llamado porque sino el mensaje evangélico, no
crece en nuestro interior.
Mas adelante, cuando continuamos en la visita, encontramos
muchos casos de hermanos que estaban pasando
por momentos difíciles Y subrayo la palabra para que cuando nos toque una situación similar, estemos convencidos de que es una situación pasajera, que
esta de paso, que no se quedara.
Lidia y Ramón son dos hermanos que estaban en una de las
habitaciones y que con ansias esperaban la comunión. Verles disfrutar del
consuelo de Cristo es una de las experiencias mas maravillosas en este mundo y
me imagino que también en el cielo. Gente de fe, con problemas de salud, pero
ofreciendo su dolor con dignidad y porque no, con alegría. Me hizo pensar en
las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que lloran pues ellos serán consolados". Era el mismo Jesús quien venia a traerles el consuelo. Era El, quien secaba sus lágrimas de los
ojos, quien les daba un abrazo amigo.
Desde siempre Jesús tiene preferencia por los que sufren,
por los que lloran. Esa es una de sus especialidades: llevar el consuelo. Y
cuando pronunció el "cántico de las bienaventuranzas" lo dejó bien claro. “La
bienaventuranza de las lágrimas” le llaman algunos. El mismo Cristo, plenamente
Dios y plenamente hombre, mostró sus lágrimas en mas de una ocasión, dejando
ver un trasfondo plenamente humano. Así lo vemos frente a la tumba de Lázaro
llorando por su amigo, sabiendo El que podía resucitarlo y que lo iba a hacer,
no obstante, muestra su gran sensibilidad, las lágrimas asoman su rostro e
incluso la gente a su alrededor dice, “mira como lo amaba”.
¡Resucítame Señor!, ¡resucítame a mí como a Lázaro!. No permitas
que te haga llorar más mi pecado y mi muerte, mis insultos y falta de
docilidad. ¡Resucítame Maestro!, hazme venir a ti, con nueva vida y llena de ti.
Que pueda yo dejar atrás todo lo que me haga morir a la vida en verdad.
¡Como lloras por mi maestro!, ¡como lloras por mi y ni cuenta
me doy!. Dice la gente, “mira como la ama! Y yo sigo muerta sin darme
cuenta!; muerta a la vida que tu quieres para mi, muerta al servicio
incondicional, no de cuando yo quiero, sino de cuando tu quieras y como tu
quieras”, ¡Resucítame Señor!, ¡quítame los arapos que me cubren…tengo ya cuatro días de estar en la tumba!, mándame ir hacia ti. Remueve las vendas de mi
sepultura, Vísteme Señor de tu amor, vísteme de tu verdad, vísteme de tu luz y
tu justicia. Que prefiera Cristo mío, sobre todas las cosas tu verdad y no la
vida en muerte del pecado, que prefiera tu amistad y no el frío de mis propias
voluntades. ¡Resucítame Señor!,... ya no llores mas por mi.
El dolor siempre ha sido un sacrificio de redención es un
elemento santificador, purificador, tanto personal como para los que están alrededor
del sufrimiento si se ofrece por amor. En la Carta Encíclica, "Spe
Salvi", nos dice el Papa Benedicto
XVI, “ el sufrimiento –sin dejar de ser
sufrimiento– se convierte a pesar de todo en canto de alabanza.”
“Un cántico de alabanza”, ¡oh Padre Santo!, que distintos son
tus caminos y como se aprovechan para Gloria tuya y para el bien de nuestras
almas.
“El sufrimiento es fecundidad, El sufrimiento produce santidad. Produce
siempre fruto, siempre vida. En el sentido evangélico el sufrimiento es compensación por las culpas. Dice San Pablo, “sin derramamiento de sangre no
hay redención” (Hebr. 9, 22).” (Mons. Vincenso Farrano)
Si pasamos por algún momento difícil te invito a escuchar
esta frase de labios de Jesús “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. Es El quien te la dice, el Rey de reyes. Tu solo dile, "consuélame Señor, yo creo en tu palabra. Te entrego este momento".
Yo no sé, si le tienes un nombre especial a Jesús, como la Señora del hospital, no sé si para ti sera “El rubio de Nazareth, o mi Señor,
mi Amor, mi Rey….el que tengas. Jesús hoy quiere tener intimidad contigo y
quiere estar en cada momento de tu vida. Es El quien quiere consolarte y
dejarte saber que esta contigo, que no estas solo, que El, así como vió desde
fuera la tumba de su amigo Lázaro, así hoy mira tu problema y te dice, “No
temas, yo estoy contigo”.
Dios te bendiga.
NRG, una hija muy amada de Dios.
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