Dentro del marco de la XXVIII Feria del Libro Católico, el día
de ayer, 19 de marzo, tuvimos un
reconocimiento a Nicolás de Jesús cardenal Lopez Rodríguez. Sentido y merecido
reconocimiento no sólo del movimiento de cursillos de cristiandad sino también
de una gran pluralidad de sectores sociales de la República Dominicana.
Muchas cualidades fueron resaltadas, pero particularmente
tres llamaron poderosamente mi atención:
· Su Disciplina
· Su Marcada Humanidad
· Su Coherencia de Vida
Disciplina: un hombre metódico, práctico, trabajador
dispuesto a gastarse por sus ovejas y dispuesto a sacar el mayor beneficio del
tiempo en esta tierra, aprovechando cada momento de manera organizada y eficaz.
Esto se logra con una voluntad férrea. Voluntad que debemos poner al servicio
de Dios en toda nuestra vida.
Humanidad: no existe cristianismo sin capacidad de servicio.
Todo el estudio, toda formación, todo acto de piedad está dirigido a la acción de
amar, por tanto, llenarse de Cristo, aceptar su llamado nos lleva
indefectiblemente a ser otros Cristos para nuestros hermanos en todos los
ambientes que vivimos y esto es lo que ha hecho nuestro cardenal, no por lo que
el mundo nos diga si no por lo que la comunidad expresa y siente de el: un
hombre cercano, un hombre solidario con el pueblo dominicano sobre todo con los
más necesitados.
Coherencia: todo lo
que se dijo en el día de ayer y todo lo que se pueda decir en el futuro sobre
nuestro Nicolás de Jesus Cardenal Lopez Rodríguez no tendrían ningún valor sin
esta virtud, la virtud de la coherencia. Hablar bonito, saber mucho, hacer
obras no servirían de nada si no existe la coherencia de vida. Coherencia entre
lo que se dice y lo que se hace. Coherencia entre lo que se sabe y lo que se
vive. Coherencia entre el hacer y el sentir.
Cuánto aprendí en el
día de ayer de la vida de nuestro cardenal. El cristiano únicamente con su vida
puede dar testimonio del amor de Dios, de su encuentro con Cristo y de la
acción del espíritu Santo en su vida. Pidamos la gracia en este día al Señor de
ser siempre coherentes con nuestro mensaje, con nuestro credo y con nuestro
maestro. Pidamos la gracia de ser auténticos cristianos y vivir y hacer vivir a
otros la vida de gracia con la dignidad de los hijos de Dios. Gracias por su
vida señor Cardenal.
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