martes, 23 de abril de 2019

Pascua: Comunión y Fuerza Renovadas

Un día cualquiera, fui al área de servicios de un banco a solicitor algo tan común como un estado de cuenta.
La persona de servicio que me atiende pide mi cédula, se la paso y al abrir la cartera recuerdo que tengo dos plásticos del documento (hace poco que había sacado mi cédula con el apellido de casada, irónico, ¿verdad?, después de 23 años de casada…pero, así nos pasa a veces). Le pregunto a la Joven que cual de los dos plásticos le paso porque a veces el sistema de la Junta Central Electoral no se actualiza y ella me explica que eso no es así, que la Junta es una cosa y el banco otra.

Ella termina la frase diciendo:

- “no se preocupe porque así las tiene las dos para cuando se divorcie”….
- ¿Para cuándo?, le pregunté…y no la dejé responder…continué diciéndole : -… pero mi amor, si nosotros nos vamos al cielo juntos…entonces ella se sorprendió y abrió los ojos como dos huevos fritos….y las dos chicas que estaban justo al lado también. Ella me preguntó…
- “¿Juntos?”
- Bueno, respondí sonriendo, no juntos, uno adelante y otro atrás… pero ambos al cielo y junticos hasta la ancianidad si Dios quiere, porque si no mujer…¿para que se casa uno?. Yo soy feliz y mi esposo también, es más, ahora más que nunca.


 Me quedé pensando… la verdad es que así anda nuestro mundo, no bien iniciamos algo cuando estamos preparándonos para “suelta eso si da mucha brega, que no cojo corte con nada”, “yo soy yo y nadie me quita el puesto”. 

 ¡Oh Maestro!, es increíble como actúas y renuevas todo. Das sentido a todo, iluminas todas las realidades y lo haces de una manera tan…hermosa.


Ha pasado la cuaresma, nos ha llegado la pascua, hemos hecho el paso de la muerte a la vida y con tu luz Señor hemos alcanzado nueva vida, nueva fuerza, nuevos bríos…esto, ha sucedido a aquellos que han rendido sus voluntades a nuestro Señor, a una verdadera conversión del corazón; aquellos que son rebaño que conoce la voz del buen Pastor y en cuyo corazón retumba el llamado “Shemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Ejad” y Nuestro Padre del cielo, que no quiere que se pierda ni uno y la Iglesia, en cuya vida se prolonga esa acción salvadora de Cristo, nos brinda cada tiempo fuerte para seguir creciendo en la verdadera y auténtica vida de fe. La vida que Jesús quiso y quiere para cada uno de nosotros. El, que ha irrumpido en la historia para cargar con todas nuestras miserias, también cada día sigue entregando su sacrificio en la santa eucaristía e irrumpe en nuestra historia, en la de cada uno de nosotros, alimentándonos, sanándonos, amándonos, salvándonos y de vez en cuando nos “grita” en el oído “ojalá escuchen hoy mi voz” para que despertemos, como Lázaro, para que salgamos de nuestra podredumbre, para cambiar el discurso que escuchamos de la gente en el mundo que dice… “este se murió, ya no tiene remedio”…y El dice… “solo está dormido”. Para decirnos que nos ama y que nos quiere cerca de Él, que confiemos en su amor. Impresionante es verdaderamente, que así como cuando Moisés levantaba la serpiente y quedaron sanos quienes habian sido mordidos por la serpiente en el desierto, igual nosotros al contemplar la hostia en el altar quedamos libres de nuestros miedos, sanados de nuestras heridas, redimidos de nuestras faltas, liberados de nuestras fobias, miserias, heridas de la historia, mentiras que nos han hecho creer. Hay gente que cree que el cristianismo es una renuncia, dejar cosas…y no es así, la fe cristiana no es renuncia, es encuentro. Encuentro con aquel que es mayor que todos los miedos, con el único que sana las heridas, con quien hace nuevas todas las cosas…con ese que nos convoca y une a todos en una gran comunidad de amor.

Hace unos días, el domingo, día del Señor, estaba sentada en el presbiterio justo antes del altar. Mi amigo y hermano Rafael, un laico comprometido, a quien hacía mucho no veía, apareció de repente frente mío, pero no me vio, llevaba en sus manos el misal, lo puso en el altar con gran devoción y cuidado, luego, bajó del altar con reverencia y se marchó, había sonado la campana para el inicio de la santa misa. Al transcurrir la misa…sentí una gran alegría porque al ver alzar el santo cáliz comprendí que toda la humanidad estaba allí, cada uno de nosotros…comprendí también que todos los días, en esa comunión, también estaba mi hermano Rafael vestido de blanco, como han de estar los hijos de Dios, aunque a veces nos caigamos y ensuciemos el traje, aunque a veces perdamos el camino y pensemos que hemos perdido el norte…pero luego nos damos cuenta de que solo fue que perdimos “la señal del GPS del cielo” que nos dejó dando vueltas en círculo, como a Moisés y su pueblo, pero la señal volvió, ¿cómo volvió?...porque aquél sacramento del bautismo y la gracia actual hacen que el Espíritu Santo, tal como dice San Pablo… “Gima en nuestro interior” con palabras de eternidad y empezamos a orar …hasta que se restableció la señal y aún más fuerte volviendo a ver aquel gran Ideal tan claro como el sol. Cada día, todos nosotros estamos en ese sacrificio y acción de gracias al Padre y todos por ese misterio de amor estamos llamados a ser y vivir como dignos hijos de Dios.

La pascua es un compromiso diario para descubrir que más ha de renovar Cristo en mi, un compromiso para continuar poniendo atención a nuestro interior, a nuestra vida de oración que no es mas que tener cada día un diálogo directo y espontáneo con Jesús sobre lo que me va pasando en la vida, tan sencillo como eso.

Diría Santa Teresa “Estando muchas veces con quien sabemos nos ama”.
Hoy mas que nunca, grito a todo pulmón, hermanos, renovados, hasta mañana en la comunión.

Dios te bendiga.


Escrito publicado en Revista Palanca - Abril 2019

 

viernes, 22 de febrero de 2019

Volver al amor primero

No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.

Limpiando el closet y organizando en casa, me topé con la foto de mi cursillo. La verdad es que detuve todo lo que estaba haciendo y me quedé mirándola, recordando aquel santo fin de semana. Miraba las caras de todas mis hermanas, las caras del santo equipo de trabajo que Dios destinó en su providencia ese fin de semana y pedí a Dios, como tantas veces, que les bendiga y siga sosteniendo en sus vidas, su apostolado, su entrega.






-Cuanto Señor has hecho en mi vida…pensé para mis adentros y paso seguido, se lo dije a Jesús…cuantas bendiciones, regalos tienes para mi cada día. De pronto, me di cuenta de algo: realmente NUNCA he salido del cursillo. Mi vida, que dió un cambio radical, junto a toda la de mi familia, la he vivido y la vivo dentro del cursillo todos los días. Por supuesto que salimos de los límites físicos, pero toda la gracia recibida, todos los medios, todas las herramientas, el Cristo que nos convocó, salvó y salva cada día, viene conmigo. El Kerigma, la buena noticia recibida sigue brotando y creciendo.

Al terminar aquel santo cursillo, recuerdo que al ponerme de pie en la clausura, crucifijo en mano, temblando, llorosa pero feliz termine con el grito de Manolo, que en medio de culatazos ha cambiado la vida de miles y miles de hermanos, incluyendo la mia: “Cristo y yo, Mayoría Aplastante”….me di cuenta de que ese grito, profundo, convencido y santo, viaja con nosotros siempre y encierra entre muchas otras cosas, tres momentos importantes: El grito de Cristo en la Cruz, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”, grito que también compartió Esteban al momento de su lapidación…el amado San Esteban, (Dijo Esteban: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado.” Todos se salvaron, incluso, San Pablo. – esta frase la tomé del Padre Yorky de un estado de redes- ); La súplica de Jesús en el monte de los Olivos: “hágase tu voluntad y no la mia” y el sermón completo de Las Bienaventuranzas de Jesús que tanto consuelo, paz nos trae, al mismo tiempo que nos compromete a amar a todos.




Recordé que en esa clausura, ardía mi corazón y tenía tantas pero tantas ideas en mi cabeza que solo pedí al Señor me guiara en su voluntad. Han pasado unos cuantos años y me sorprenden mucho los caminos recorridos, pero todos y cada uno de ellos, hemos ido guiados por el mismo que nos convocó desde la eternidad, para ser felices y caminar con El. Puedo afirmar que hoy, mi esposo y yo, vivimos llenos de los más hermosos colores, así llueva, truene o tiemble la tierra, todo eso por misericordia de Dios; Recordé también que la rectora de mi cursillo nos dijo que ese fin de semana llenaría de ideas nuestra cabeza y el corazón de fuego para llevar a la práctica esas ideas….esa es la clave, pensé…es que si nos hubiésemos contentado con solo escuchar el mensaje y no vivirlo plenamente, hubiésemos muerto en el camino.

Al recibir este tesoro tan grande, sabernos perdonados, redimidos por Cristo, hemos de movernos y hacer como Santa Maria al recibir el saludo del ángel, hay que pasar de la anunciación a la visitación. Debemos de movernos porque si no nos movemos, todo se paraliza, hasta nuestra vida de gracia y sería muy lamentable que después de recibir esta noticia que nos salva, nos perdiéramos entre tonterías. Este mes del amor, quiero renovar el verdadero y único primer amor, que no es más que el amor inefable de Dios, que nos amó primero; por este amor somos capaces de amar a los demás, por este amor, tenemos vida eterna.




 Dice Santiago "Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos. El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se miraba, se iba y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario, el que fija su atención en la Ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla." …termina Santiago diciendo, serás feliz y esa es una gran verdad. Somos felices porque al llevar la palabra a la práctica evidenciamos que Cristo vive, que somos nosotros incapaces de amar con aquel amor tan fino, tan perfecto que viene solo de Dios, pero que en medio de la circunstancia en que estemos y en cualquier ambiente, es esa palabra recibida la que nos capacita para hacer el bien. Confiemos en El, que nos llama e impulsa, vivamos cada día con la alegría del anuncio de ese amor primero y diciendo como San Pablo, en cualquier circunstancia: me basta tu Gracia.

Dios te bendiga

martes, 8 de enero de 2019

“Llevo un anuncio en mi que habla de resurrección"

Me dices hoy en tu palabra: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo... », mucho me temo Señor que no siempre he estado contigo y muchas veces te niego como Pedro en aquella plaza, pero algo tuyo me impulsa, me llena, no me deja sola y me llama a vivir con más fuerza, a ir contracorriente, y de repente sale aquella fuerza inexplicable, que no viene de mi, sino que es tuya…y entonces le reconozco, es El, es tu promesa, es el Santo Espíritu quien me sondea, quien me conoce, quien me indica que hacer y como hacerlo.

Cuan bello es tener a tan grande defensor, que me ayuda en el día a día, que me levanta cuando caigo, que me quita el miedo, que me lanza a amar.

 


Maestro, tú conocías las realidades de todos los tiempos porque aquel día en la cruz también moriste por mi y por todos los que vendrán después de mí. Ya sabias que necesitábamos ayuda y en tu amor generoso, El Padre nos envió después de ti al paráclito, a aquel que ilumina las realidades…todas las realidades, quien nos quita el miedo, quien nos hace fieles, quien nos recuerda las palabras del Maestro con aquella delicadeza… Sopla Señor, sopla con todo, a veces con una brisa suave, a veces con un brisón que me tumbe si mi orgullo se mete en medio de tus planes, pero nunca dejes de soplar pues en ti y solo en ti encuentra mi corazón la paz, la plenitud, la alegría.

“Llevo un anuncio en mi que habla de resurrección”…dice una canción, ¡Dios mío, Dios mío!, gracias por esta fuerza, que no es mía, que no es de este mundo, que huele a eternidad…que huele a ti.

Hoy he visto este video y quiero compartirlo con mis hermanos. Dios mio, verdaderamente es el Santo Espíritu quien nos guía, nos levanta, nos da la valentía, nos para del suelo...eternas gracias te damos por tan hermoso regalo. ...predicar a Cristo aquí en mi país es un cachú, predicar a Cristo en Siria, es causa de muerte, este video, me llegó al alma. Termina pidiendo "Padre perdónales", “Padre perdónanos” cuanta convicción, cuanta fe. Dios nos regale la gracia de saber que está siempre con nosotros , que no importa dónde nos llame, sea a proclamar, a cantar, a reír o llorar aprendamos a ser trigo, que muere, que se gasta por Cristo, sabiendo que El, según su promesa NOS DIRA QUE HACER Y COMO ACTUAR. Jesus es el camino.
 

viernes, 28 de diciembre de 2018

¿Por qué soy católico?



Gilbert Keith Chesterton, escritor y periodista.

Nacimiento: 29 de mayo de 1874
Fallecimiento: 14 de junio de 1936 (62 años)
Beaconsfield, Reino Unido
Nacionalidad Británica

Mi cariño hacia G. K. Chesterton va en incremento. En verdad, Chesterton encarnó el júbilo que descubrió en una Verdad eterna. La misma que descubro y ante la que me asombro cada dia. Sus escritos estan llenos de gran riqueza, si no lo conoces, te invito a darle una leida. Les dejo un par de sus frases y uno de sus ensayos traducidos - ¿Por qué soy católico?

"El orgullo es una debilidad del carácter; acaba con la risa, acaba con la maravilla, acaba con lo caballeresco, acaba con la energía."

"¿Cómo puede ser una carrera importante enseñar a los niños la regla de tres y una carrera baladí la de enseñar a nuestros hijos el universo?"

"Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo"

"Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto."

"Nuestros padres no hablaban de psicología; hablaban de un conocimiento de la Naturaleza Humana. Pero ellos la tenían y nosotros no. Sabían por instinto todo aquello que nosotros hemos ignorado con la ayuda de la información. Porque son precisamente los primeros hechos de la naturaleza humana los que ahora ignora la humanidad."

"Es fácil ser pesado y difícil ser liviano. Satanás cayó por la fuerza de su gravedad."

¿Por qué soy católico?
G.K.Chesterton

La dificultad de explicar por qué soy católico reside en que hay diez mil razones que se elevan todas a una sola razón: que el catolicismo es verdadero. Podría llenar mi espacio con frases sueltas que comenzaran con las palabras: «Es lo único que...», como, por ejemplo, es lo único que de verdad evita que un pecado sea un secreto. O es lo único en lo cual lo superior no puede estar por encima, en el sentido de ser altanero. O es lo único que libera al hombre de la degradante esclavitud de ser un producto de su época. O es lo único que habla como si fuera cierto: como si fuera un auténtico mensajero que se negase a alterar un mensaje auténtico. O es la única forma de cristianismo que de verdad incluye a todos los tipos de hombre, incluso al hombre respetable. O es el único gran intento de cambiar el mundo desde dentro; valiéndose de voluntades y no de leyes; etcétera. O podría tratar la materia de manera personal y describir mi propia conversión, pero resulta que tengo la fuerte sensación de que este método hace que la empresa parezca mucho más pequeña de lo que en realidad es.

Grandes cantidades de hombres mucho mejores se han convertido a religiones mucho peores. Preferiría en gran medida decir aquí de la Iglesia católica precisamente las cosas que no se pueden decir de sus muy respetables rivales. En resumen, de la Iglesia católica diría principalmente que es católica. Preferiría intentar sugerir que no es sólo más grande que yo, sino más grande que cualquier cosa en el mundo, que es, de hecho, más grande que el mundo. Pero, ya que en este pequeño espacio sólo puedo centrarme en un aspecto, la contemplaré en su cualidad de guardiana de la verdad.

El otro día, un escritor conocido, por lo demás bastante bien informado, dijo que la Iglesia católica era siempre un enemigo de las ideas nuevas. Tal vez no se le ocurriera que su propio comentario no tenía exactamente la naturaleza de una idea nueva. Es un concepto que los católicos han de estar refutando de manera continua, porque es una idea muy vieja. Es más, aquellos que se quejan de que el catolicismo no puede decir nada nuevo rara vez creen necesario decir nada nuevo sobre el catolicismo. En realidad, un verdadero estudio de la historia demostrará que es curiosamente contraria a tal hecho. En la medida en que las ideas realmente son ideas y en la medida en que tales ideas pueden ser nuevas, los católicos han sufrido de manera continua por sostenerlas cuando de verdad eran nuevas, cuando eran demasiado nuevas para encontrar cualquier otro apoyo. El católico no sólo iba por delante, sino que se encontraba solo, y aún no había nadie allí que entendiese lo que había encontrado.

De este modo, por ejemplo, cerca de doscientos años antes de la Declaración de Independencia y de la Revolución Francesa, en una época consagrada al orgullo y alabanza de los príncipes, el cardenal Bellarmine y el español Suárez establecieron con lucidez toda la teoría de la auténtica democracia. Pero en aquella era del Derecho Divino ellos sólo dieron la impresión de ser unos jesuitas sofistas y sanguinarios, que merodeaban con puñales para ejecutar el asesinato de reyes. Así, de nuevo, el casuismo de las escuelas católicas dijo todo cuanto en realidad se podía decir sobre las problemáticas obras y las problemáticas novelas de nuestra propia época, doscientos años antes de que se escribiesen. Dijeron que había en verdad problemas de conducta moral, pero tuvieron el infortunio de decirlo con doscientos años de adelanto.

En un tiempo de fanatismo demagógico y de ituperio libre y fácil, ellos simplemente consiguieron que les llamaran mentirosos y evasivos por ser psicólogos antes de que la psicología estuviera de moda. Resultaría sencillo proporcionar otros muchos ejemplos hasta nuestros días, y el caso de ideas que son aún demasiado nuevas para que se entiendan. Hay pasajes en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII (también conocida como «Encíclica sobre el trabajo», promulgada en 1891) que sólo ahora están comenzando a ser utilizados como consejos para movimientos sociales mucho más nuevos que el socialismo. Y cuando el señor Belloc escribió sobre el «estado servil», avanzó una teoría económica tan original que casi nadie se ha dado cuenta aún de cuál es. Dentro de unos pocos siglos, otras personas la repetirán, y la repetirán mal. Y entonces, si los católicos se oponen, su protesta se verá explicada con facilidad por el bien conocido hecho de que a los católicos nunca les importan las ideas nuevas.

No obstante, el hombre que hizo ese comentario sobre los católicos quería decir algo, y es sólo hacerle justicia el entenderlo con mayor claridad de la que empleó en afirmarlo. Lo que él quería decir era que, en el mundo moderno, la Iglesia católica es de hecho el enemigo de muchas modas influyentes, la mayoría de las cuales dicen aún ser nuevas, aunque muchas están empezando a ser un poco añejas. En otras palabras, en la medida en que quería decir que la Iglesia a menudo ataca lo que el mundo sostiene en un momento dado, tenía toda la razón. La Iglesia sí se lanza a menudo en contra de la moda de este mundo que expira, y tiene la suficiente experiencia para conocer la gran rapidez con la que expira. Pero para entender con exactitud lo que implica, es necesario adoptar una perspectiva bastante más amplia y tener en cuenta la naturaleza última de las ideas en cuestión, considerar, por así decirlo, la idea de la idea.




Nueve de cada diez ideas que llamamos nuevas son simplemente viejos errores. La Iglesia católica tiene por una de sus principales obligaciones la de impedir que la gente cometa esos viejos errores, evitar que los cometa una y otra vez de manera sucesiva, como hace en todo momento la gente si se la deja a su suerte. La verdad sobre la actitud católica hacia la herejía, o como dirían algunos, hacia la libertad, quizás se puede expresar de la mejor manera por medio de la metáfora de un mapa. La Iglesia católica porta algo parecido a un mapa de la mente que se asemeja el mapa de un laberinto, pero que en realidad es una guía del mismo. Ha sido compilado a partir de un conocimiento que, aunque se ha considerado un conocimiento humano, no tiene ningún igual humano.

No hay otro caso de una institución inteligente continua que haya estado meditando acerca del pensamiento durante dos mil años. Como es natural, su experiencia abarca prácticamente todas las experiencias, y en especial prácticamente todos los errores. El resultado es un mapa en el cual se hallan señaladas con claridad todas las calles cortadas y las carreteras en mal estado, todos los caminos cuya inutilidad ha quedado demostrada por la mejor de todas las pruebas: la prueba de aquellos que las han recorrido.

En este mapa de la mente los errores se señalan como excepciones. La mayor parte de él consiste en patios de recreo y felices cotos de caza, donde la mente puede disponer de tanta libertad como desee, por no hablar de la cantidad de campos de batalla intelectuales en los que la lucha se encuentra indefinidamente abierta y sin decidir. Pero éste sin duda carga con la responsabilidad de señalar que ciertos caminos no llevan a ninguna parte o conducen a la destrucción, a una pared vertical o a un precipicio escarpado. Por estos medios, evita que los hombres pierdan el tiempo o la vida por sendas que ya se ha descubierto que son fútiles o desastrosas una y otra vez en el pasado, pero que, de otro modo, podrían atrapar a los viajeros una y otra vez en el futuro. La Iglesia se hace responsable de prevenir a su gente contra éstas; y de éstas depende el verdadero tema de este caso.

Defiende a la humanidad de forma dogmática de sus peores enemigos, esos monstruos devoradores, vetustos y terribles de los viejos errores. Ahora todas estas falsas cuestiones tienen una forma de parecer bastante novedosas, en especial para una generación reciente. Su primer enunciado siempre suena inofensivo y plausible. Daré sólo dos ejemplos. Suena inofensivo decir, como ha dicho la mayoría de la gente moderna: «Los actos son malos sólo si son malos para la sociedad». Llévese esto a cabo y, más tarde o más temprano se obtendrá la crueldad de una colmena o de una ciudad pagana, que establezca la esclavitud como el medio de producción más barato y más seguro, que torture a los esclavos en busca de un testimonio porque el individuo no significa nada para el Estado, que declare que un hombre inocente debe morir por el pueblo, como hicieron los asesinos de Cristo. Entonces, quizás, se retorne a las definiciones católicas, y se descubra que la Iglesia, mientras que afirma que es nuestro deber trabajar por la sociedad, dice también otras cosas que prohíben la injusticia individual. O de nuevo, suena bastante piadoso decir: «Nuestro conflicto moral debería finalizar con una victoria de lo espiritual sobre lo material». Llévese esto a cabo, y se puede acabar en la locura de los maniqueos, que dirán que un suicidio es bueno porque es un sacrificio, que una perversión sexual es buena porque no genera vida, que el diablo creó el sol y la luna porque son materiales. Entonces se podrá empezar a preguntar por qué el catolicismo insiste en que hay espíritus malvados igual que buenos, y que lo material también puede ser sagrado, como en la Encarnación o en la Misa, en el sacramento del matrimonio o la resurrección del cuerpo.

No hay ahora otra mente colectiva en el mundo que se halle así vigilando para evitar que las mentes se echen a perder. El policía llega demasiado tarde cuando intenta evitar que los hombres se descarríen. El médico llega demasiado tarde, pues viene sólo a encerrar a un loco, no a aconsejar a un cuerdo sobre cómo no volverse loco. Y todo el resto de sectas y escuelas son inapropiadas para tal propósito. Y esto no ocurre porque no contenga cada una de ellas una verdad, sino precisamente porque cada una de ellas contiene una verdad.

Ninguna de las demás afirma en realidad contener la verdad, y se contenta con albergar una verdad. Ninguna de las demás, esto es, afirma en realidad estar alerta en todas direcciones al tiempo. La Iglesia no se encuentra simplemente armada contra las herejías del pasado o incluso del presente, sino de igual forma en contra de las del futuro, que pueden ser el contrario exacto de las del presente; puede hallarse combatiendo en el futuro alguna forma de exageración supersticiosa e idólatra del ritual. El catolicismo no es ascetismo; en el pasado ha reprimido exageraciones fanáticas y crueles del ascetismo una y otra vez. El catolicismo no es simple misticismo; incluso ahora se encuentra defendiendo la razón humana frente al mero misticismo de los pragmatistas. Así, cuando el mundo se volvió puritano en el siglo XVII, se acusó a la Iglesia de llevar la caridad hasta el punto de la sofistería, de hacerlo todo fácil con la laxitud del confesionario. Ahora que el mundo no se vuelve puritano, sino pagano, es la Iglesia la que se encuentra protestando en todas partes en contra de una laxitud pagana en el vestir o en las formas. Está haciendo lo que querían hacer los puritanos, cuando realmente se requiere. Con toda probabilidad, todo lo bueno del protestantismo sobrevivirá sólo en el catolicismo; y en ese sentido, todos los católicos serán aún puritanos cuando todos los puritanos sean paganos.

De este modo, por ejemplo, el catolicismo, en un sentido poco comprendido, se queda al margen de una trifulca como la del darwinismo en Dayton. Se queda al margen porque se encuentra alrededor de ella, como una casa permanece alrededor de dos muebles que están fuera de lugar. No es una presunción sectaria el decir que se encuentra delante, detrás y más allá de todas estas cosas, en todas las direcciones. Es imparcial en una pelea entre el fundamentalista y la teoría del Origen de las especies, porque se remonta a un origen anterior a ese Origen, porque es más fundamental que el fundamentalismo. Sabe de dónde vino la Biblia. También sabe hacia dónde van la mayoría de las teorías de la evolución.

Sabe que había otros muchos Evangelios aparte de los Cuatro Evangelios, y que los otros fueron eliminados sólo por la autoridad de la Iglesia católica. Sabe que hay otras muchas teorías evolucionistas aparte de la teoría darwiniana, y que ésta tiene muchas posibilidades de ser eliminada por la ciencia posterior. No acepta, en la expresión convencional, las conclusiones de la ciencia, por la sencilla razón de que la ciencia aún no ha concluido. Concluir es callarse; y no es desde luego probable que el hombre de ciencia se calle. No cree, en la expresión convencional, lo que dice la Biblia, por la sencilla razón de que la Biblia no dice nada. No se puede hacer subir a un libro al estrado y preguntarle por lo que en realidad quiere decir. La propia controversia fundamentalista destruye el fundamentalismo. La Biblia por sí sola no puede ser la base del acuerdo cuando es la causa del desacuerdo; no puede ser el lugar común de los cristianos cuando algunos la interpretan de forma alegórica y otros de forma literal. El católico la remite a algo que es capaz de decir algo, a la mente viva, constante y continua de la cual he hablado, la mente más elevada del hombre guiada por Dios.

A cada momento se incrementa para nosotros la necesidad moral de tal mente inmortal. Necesitamos tener algo que mantenga fijas las cuatro esquinas del mundo mientras llevamos a cabo nuestros experimentos sociales o construimos nuestras utopías. Por ejemplo, debemos alcanzar un acuerdo final, aunque sea sólo acerca del truismo de la hermandad humana, que resista cierta reacción de la brutalidad del hombre. No hay justo ahora nada más probable que el que la corrupción del gobierno representativo conduzca a los ricos a soltarse por completo y a pisotear todas las tradiciones de igualdad con simple orgullo pagano. Debemos hacer que los truismos se reconozcan ciertos en todas partes. Debemos evitar la simple reacción y la repetición monótona de los viejos errores. Debemos hacer que el mundo intelectual sea seguro para la democracia. Pero en la situación de anarquía mental moderna, ni ése ni ningún otro ideal está a salvo.

Exactamente igual que los protestantes apelaban a la Biblia en detrimento de los pastores y no se percataban de que la Biblia también se podía poner en tela de juicio, así los republicanos apelaban al pueblo en detrimento de los reyes y no se daban cuenta de que también se podía desafiar al pueblo. No hay un final para la disolución de las ideas, la destrucción de toda prueba de veracidad, que haya sido posible desde que el hombre abandonó el intento de mantener una Verdad central y civilizada, que contuviese todas las verdades y rastreara y refutara todos los errores. Desde entonces, cada grupo ha tomado una verdad cada vez y ha empleado el tiempo en convertirla en una falsedad. No hemos tenido más que movimientos; en otras palabras, monomanías. Pero la Iglesia no es un movimiento, sino un lugar de reunión; el punto de encuentro de todas las verdades del mundo.

domingo, 16 de diciembre de 2018

"Antífonas de la O” del 17 al 23 Diciembre

En la Liturgia, los días que no son domingos de cualquier tiempo se llaman ferias. Como norma, las ferias ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, combinándose con las memorias.

En Adviento, las ferias de la última semana, desde el 17 hasta el 24 de diciembre, tienen preferencia sobre las memorias obligatorias y se las llama “ferias privilegiadas”. Estas ferias tienen la finalidad de prepararnos más intensa y directamente a la Navidad. La Liturgia de estos días, en sus textos, nos va disponiendo para acoger al Hijo de Dios hecho hombre.




"Antífonas de la O”

Las antífonas de la “O” son siete, y la Iglesia las canta con el Magnificat del Oficio de Vísperas desde el día 17 hasta el día 23 de diciembre. Son un llamamiento al Mesías recordando las ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida, y, también son, una manifestación del sentimiento con que todos los años, de nuevo, le espera la Iglesia en los días que preceden a la gran solemnidad del Nacimiento del Salvador.

Se llaman así porque todas empiezan en latín con la exclamación “O”, en castellano “Oh”. También se llaman “antífonas mayores”.

Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del A.T. como de la Iglesia del N.T.





Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad.

La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: “Oh”. La comprensión cada vez más profunda de su misterio. Y la súplica urgente: “ven”.

Día 17: (O Sapientia = Sabiduría, Palabra)
Día 18: (O Adonai = Señor poderoso)
Día 19: (O Radix = Raíz renuevo de Jesé, el padre de David)
Día 20: (O Clavis = llave de David, que abre y cierra)
Día 21: (O Oriens = oriente, sol, luz)
Día 22: (O Rex = Rey de paz)
Día 23: (O Emmanuel = Dios-con-nosotros)


Se cantan antes y después del Magnificat en las Vísperas de estos siete días, del 17 al 23 de diciembre, y también, un tanto resumidas, como versículo del aleluya antes del evangelio de la Misa.

Día 17: “Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación”.

Día 18: “Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo”.

Día 19: ” Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más”.

Día 20: “Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.

Día 21: ” Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.

Día 22: ” Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la  tierra”.
 
Día 23: ” Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro”


 

EL ADVIENTO

¿QUÉ ES EL ADVIENTO?

Ya desde los primeros años de la naciente Iglesia, el término “adventus” se empezó a utilizar para designar la venida del Señor Jesús entre los hombres en su doble dimensión: su venida histórica en la Encarnación y su segunda venida gloriosa en «el último día». Ambos aspectos forman parte de un mismo misterio de la obra reconciliadora de Dios.





Su venida histórica: El Adviento nos recuerda ante todo, la dimensión histórico-sacramental de la reconciliación operada por el Señor Jesús. A quien esperamos durante el Adviento es al Señor de la historia, quien se encarnó en la doncella de Nazaret, haciéndose en todo semejante a nosotros, menos en el pecado (ver Heb 4,15), obteniéndonos el maravilloso don de la reconciliación (2Cor5,17s) e iluminando al hombre en su identidad más profunda y en su vocación.


Su venida gloriosa: «El último día».- Así mismo, es en este tiempo que se evidencia con mayor fuerza la dimensión escatológica, o de «las realidades últimas», del misterio cristiano. Aquella salvación operada una vez y para siempre, alcanza su plenitud al final de los tiempos, cuando el Señor se manifieste coronado de gloria y majestad. El Adviento, pues, nos recuerda que somos peregrinos y que caminamos bajo la guía de Santa María entre la primera venida del Verbo hecho hombre y la última y definitiva venida del Señor; vivimos entre el “ya” de la salvación completada por el Señor y el “todavía no” de su plena manifestación que se realizará en su venida gloriosa, el último día.

Veremos así, a lo largo de este “tiempo de espera”, como la liturgia nos invita a estar en vela, con la lámpara de nuestro corazón encendida, en esperanza continua, manteniendo una especial actitud de conversión.

Es por ello que en este tiempo litúrgico podemos distinguir dos periodos:
El primero de ellos, desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico (el final de los tiempos) y se nos orienta hacia la espera de la última venida gloriosa de Cristo. Es por ello que debe resonar, como comunidad creyente en las promesas de su Señor, en nuestros corazones y en nuestros labios el “Ven Señor Jesús” que a lo largo de toda su historia la Iglesia ha profesado.

1ª Semana: Está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos.

2ª Semana: Nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión.
El segundo periodo, que abarca desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive, se orienta más directa­mente a la preparación de la Navidad, al recuerdo y celebración del nacimiento histórico del Señor Jesús, Hijo de Santa María, hace más de dos mil años.

3ª Semana: Anuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. A este Domingo se le denomina del Gaudete (alegrémonos), según el consejo de San Pablo (Flp 4,4-5).

4ª Semana: Nos habla ya, del advenimiento del Hijo de Dios al mundo.



¿A QUÉ NOS INVITA EL ADVIENTO?

Vivir la espiritualidad del Adviento implica esforzarnos por hacer que nuestra vida cotidiana esté impregnada de:


La alegría por el nacimiento y la venida definitiva del Señor: El misterio del nacimiento del Señor Jesús nos invita a abrir nuestro corazón y acoger el amor de Dios por nosotros. Junto con la alegría y la gratitud, el Adviento nos invita a un compromiso por construir una sociedad más justa y reconciliada. La voz profética de Juan el Bautista: “Preparad los caminos del Señor”, nos debe llevar a ello.


Vivir la dinámica de la esperanza: Que debe ser una actitud que debemos interiorizar y vivir en este tiempo, fruto de la fe y confianza en las promesas de Dios que, enviando a su Hijo, nacido de Mujer, nos ha abierto las puertas de la Reconciliación con Él, con nosotros mismos y entre los hombres. ¡Cristo ha vencido de manera definitiva el pecado y sus consecuencias! ¡La santidad y la Civilización del Amor son posibles!


Una permanente “vigilancia”: Ya que no sabemos ni el día ni la hora de la segunda y última venida del Señor, la Iglesia nos invita, también, a vivir con las lámparas encendidas, en constante fidelidad amorosa a Dios, cooperando diariamente con la gracia, respondiendo al llamado que el Señor nos hace a la santidad.


La conversión: Decir que la conversión “es obra nuestra” sería una verdad parcial y, por ello, una grave equivocación. La obra de la conversión tiene su inicio, guía y fin en el Espíritu Santo. Es Él quien transforma nuestro corazón y nuestra mente para que podamos ser como el Señor Jesús. Lo que nos toca a nosotros es cooperar activamente con la gracia que ha sido derramada en nuestros corazones. El Adviento es un tiempo en el que poniendo nuestra mirada en Jesús, en su encarnación amorosa, en su reconciliación, en sus promesas futuras, podemos hacer que la gracia trabaje en nuestro interior y nos convierta.


Tiempo de María: También es un tiempo propicio para incrementar nuestro amor filial a la Madre de Dios. Con la mirada en los acontecimientos de la Anunciación-Encarnación, de la visitación a la prima Isabel, del peregrinaje hacia Belén, descubriremos cómo es que Santa María nos guía y educa en las actitudes interiores de entrega generosa a Dios y a los demás hermanos. En este sentido, es un tiempo hermoso para vivir la caridad como el Señor y Santa María la vivieron.

Al ser el Adviento un tiempo de espera y austeridad, no anticipemos las celebraciones navideñas. Busquemos que nuestras actitudes, reuniones, visitas de caridad, etc., estén impregnadas del anuncio de este tiempo de expectación y que está marcado por la liturgia de la Iglesia, particularmente por la Santa Misa. El riesgo en el que podríamos caer es que, llegado el tiempo propio de la Navidad, olvidemos el sentido de celebración y júbilo que tiene, el mismo que debemos extender hasta el Domingo que celebramos el Bautismo del Señor.


¿CUÁLES SON LOS SÍMBOLOS PROPIOS DEL ADVIENTO?


Durante este tiempo litúrgico se emplean algunos signos de austeridad. Estos tienen por finalidad recordar nuestra condición de peregrinos en esta tierra y que, como tales, estamos “en camino” hacia lo definitivo, hacia la plenitud. Algunos de estos signos se expresan en la liturgia con las vestiduras moradas del sacerdote, se omite el canto del Gloria, la decoración del altar se hace más sencilla; entre otros. Cuando llegue el tiempo de Navidad la sencillez y austeridad del Adviento contrastará con el carácter festivo del nacimiento del Señor Jesús.


La Corona de Adviento: O “Corona de las luces de Adviento” es un símbolo propio de este tiempo de espera. Con toda la fuerza evocadora de su simbología, nos ayuda a que hagamos en nuestros corazones y en el de nuestros hermanos, un clima apropiado de preparación y espera activa y gozosa del nacimiento de nuestro Reconciliador, el “Dios-con nosotros”. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona (uno cada Domingo) muestran la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de la Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de esperanza de que la Luz y la Vida (símbolos del Señor Jesús) triunfarán sobre las tinieblas y la muerte y una invitación a participar de esa victoria.
PERSONAJES BÍBLICOS QUE NOS ACOMPAÑAN DURANTE EL ADVIENTO
El profeta Isaías: su figura nos habla de apertura a la esperanza Mesiánica y de anuncio ardiente de los planes salvadores del Señor.
San Juan Bautista: su figura austera, profética, y la claridad de su hablar, sacude la conciencia de los hombres, los saca de su indiferencia para con Dios-Amor y dispone sus corazones al encuentro con el Señor.
Santa María: su figura transparente, su fe, su fidelidad, son todo un testimonio de vida para nosotros. Ella ya porta en sus entrañas al Salvador. Por ello María ha sido, es y siempre será, “vida, dulzura y esperanza nuestra”, como le rezamos en la oración de La Salve.


Material tomado de mvcweb.org


martes, 2 de octubre de 2018

Este corazón me ha enamorado



 

Este corazón me ha enamorado, este Corazón me tiene loca, loquita.
Este corazón y su inexplicable ternura y misericordia hacen
que cada día quiera vivir más en su presencia, más en la verdad.
Este corazón saca lo mejor de mi y al mismo tiempo me hace ver tanto que arreglar.
Por este corazón, enamorado de su creación, palpita el mío. Gracias Señor.